DIAMANTE -borrador

capítulo 56

El amor es la más fuerte de las pasiones, porque ataca, al mismo tiempo, al cuerpo, a la cabeza y al corazón.
Voltaire.
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Cuando sonó el despertador, me sentía tan cansada que era como si apenas hubiera dormido un par de horas. Con cuidado de no despertar a Gideon, que estaba envuelto a mi alrededor en un nudo de miembros que no sabía muy bien cómo habíamos logrado hacer, alargué el brazo y silencié el móvil, pero no me moví más. Me quedé mirándole dormir, esta vez realmente dormido. Respiraba profundamanet , su pecho alzándose regularmente bajo las sábanas, y los párpados temblaban un poco, haciendo que las pestañas hicieran sombras en los pómulos. Pasé un dedo con suavidad siguiendo la línea de la mandíbula, y no se movió. Empezaba a tener que afeitarse, pero la ligera barba rasposa era muy agradable.

Cuando el despertador sonó la segunda vez, cinco minutos más tarde, y Gideon se removió junto a mí, me deshice como pude del nudo de sábanas y me metí en el baño. Verle dormir me iba a deprimir aún más. Era una auténtica pérdida de tiempo que tuviera que ir a clases la última semana de curso. La mayoría de las veces, no hacíamos absolutamente nada. Y si hacíamos algo, era ver películas estúpidas. Y todos los años las mismas. Aunque teníamos que investigar los mensajes del conde, en la tumba, y eso iba a ser complicado. Y requería la presencia de Gideon, así que tampoco solucionábamos nada. Pero, sinceramente, de lo que menos ganas tenía era de separarme de él. No por nada, sólo estaba harta de poder hablar sólo por teléfono, de elapsar al aburrido sótano de Temple sin nadie con quien bailar el minué y de soportar a los Vigilantes sola.

-¿Vas a echar de menos las sesiones de besuqueo?-dijo de repente una voz ronca desde cerca del techo. Xemerius, para variar.

-¿Besuqueo?-pregunté, incrédula.

-Sí, ya sabes, boca abierta, cabezas juntas...

Sin poder evitarlo, se me escapó una risita, y mí amigo me sonrió aleteando hasta apoyarse en la enorme repisa del lavabo. Entonces, se me ocurrió una idea.

-Bueno, ¿y tú que tal ayer con Xandreas?-pregunté usando exactamente el mismo tono que él usaba cuqndo hablaba del "joven que necesitaba ir al peluquero".

-Oh, muy bien. Creó que en los largos ratos libres que me dejas, larguísimos si lo que te entretiene es el jovenzuelo rebelde, daré paseos por Londres en busca de turistas a los que enseñarle las zonas más misteriosas-dio un par de cabriolas en el aire con voz de ultratumba- de la ciudad...-aterrizó con una última voltereta a mis pies, en la alfombrilla de la bañera. Reí bajo, sin querer despertar a Gideon, quien seguramente seguía durmiendo plácidamente.

-¿Me vas a abandonar?-pregunté fingiéndose ofendida mientras me cepillaba el pelo.

-En absoluto. Dudó mucho encontrar a alguien tan interesante como tú. Tienes magia, viajas en el tiempo, eres inmortal...ah, y el novio también es especial. Y la familia. Y no olvidemos a tu prima la calabaza...

Reí un poco más, antes de agarrar la camisa y empezar a abrocharme con un suspiro.

-Vamos, chica especial-dijo la gárgola dándome uno de sus besos húmedos-por cierto, creo que alguien se ha despertado...y te está buscando.

Y, dicho esto, despareció atravesando el techo. Efectivamente, dos golpes muy suaves en la puerta me hicieron saber que Gideon ya se hab8a levantado.

-Pasa-dije terminando de abrcharme la camisa. Gideon entró en ropa interior, con el pelo apuntando en todas direcciones y los ojos aún entrecerrados. Y... Ejem. Un chupetón en la clavícula. Ejem. Por Dios que Xemerius no lo viera.

-Tendrías que haberme despertado- murmuró mirándome ,y viendo que ya me había duchado y estaba preparándome para irnos.

-No, estabas agotado.