capítulo 26

1.5K 62 23
                                    

Mi boca no ha dejado de hablar de ti desde que la besaste. La idea de que puedas volver a besarla está atrapada en mi cerebro, que no ha dejado de pensar en ti desde, bueno, desde antes de que me dieras ningún beso. Y ahora la esperanza de más besos hace que me pierda tanto como cuando te caes por la escalera y uno de los escalones te da en mitad de la espalda. La idea de que continúen lo que se conoce como terriblemente siempre me excita hasta un extremo desconocido.
Carta de amor de Alex Turner a Alexa Chung.

.....................

Esta vez no dijo nada, y se limitó a mirarme, estupefacto, mientras la mejilla izquierda empezaba a enrojecer, después de dos bofetadas con toda mi furia. El agua había oscurecido su pelo, del que caían gotas que resbalaban por sus mejillas y caían desde la punta de su nariz,recta y simétrica, hasta el hueco-muy pequeño, lo admito-entre nosotros. Sus ojos verdes brillaban, destacando entre el gris y el negro del fondo y la palidez de su piel mojada. Y me miraban. Intensamente. Atentos. Esperando.

-¿Por qué?-pregunté simplemente.

Por un par de segundos, sólo se oyó el golpeteo de la lluvia contra el suelo y los coches, distantes. Luego, él habló, serio.

-Porque no puedo estar contigo, no puedo hablar contigo. No puedo mirarte-dijo simplemente.

Dolió. Que me dijera que no me quería de esa manera, después de todo lo que habíamos pasado, dolió. Y dolió más que si me lo hubiera dicho en el comedor, sobre todo porque me acababa de besar como si me necesitara desesperadamente, y porque aún estábamos pegados, mis piernas alrededor de su cintura y su cuerpo apretándome contra la pared.

-Pues estás haciendo un genial trabajo-comenté con ironía, refiriéndome a la situación. Él, como si se acabara de dar cuenta de que seguíamos abrazados, me soltó con cuidado, dejando mi cuerpo resbalar sobre el suyo hasta que mis pies cayeron sobre el suelo de nuevo. Retiró sus manos de la cintura con cierta reticencia.

-Gracias-dije simplemente. Me costaba mantenerme tranquila, pero las bofetadas me habían relajado asombrosamente.

Gideon me miraba, los ojos muy abiertos y su piel aún más pálida que de costumbre. No se alejó, de modo que, aunque no estábamos abrazados, seguíamos tan cerca que veía incluso el pulso de la vena del cuello. Y eso no me ayudaba a concentrarme, precisamente. Tenía tantas cosas que decirle que no salpbía por donde empezar. Tal vez si hubiera estado Xemerius... Pero mi daimon particular había desaparecido. Seguramente echándome en cara volver a caer en sus redes tan deprisa. Pero aún no había caído, y no iba a volver a hacerlo.

-Podrías haberme dicho que no me querías antes. Mejor, podías haberte quedado quietecito desde el principio.

-Gwen, yo...

Le tapé la boca.

-Te He dicho que ni se te ocurra disculparte-dije. Él, lentamente, tomó mi mano y se la quitó de los labios. Pero no la soltó, sino que la siguió sujetando.

-No me iba a disculpar-dijo entonces. Abra la boca para contestar, pero no pude hablar. De nuevo, su boca habíanchicado contra la mía. Con fuerza. Mi espalda impactó contra la pared, y sus manos sujetaron las mías para que no pudiera darle otro bofetón.

Sus labios se movían contra los míos casi con furia, impidiéndome separarme. Y lo peor era que yo no me quería separar. Que, por muy cretino que fuera, por muy mal que se hubiera portado conmigo, yo le amaba, y le quería, y le quería seguir besando por toda la eternidad. Me soltó las manos, solo para que nos enredáramos más uno en el otro, sus manos estrechándome contra sí y las mías enredadas en su pelo.

-Dime...-susurré entre sus labios. Le empujé un poco hacia atrás.-Dime que va mal, por favor-supliqué, mirando sus ojos, más brillantes aún que antes. Se separó un poco, sin tocarme, pero mis manos seguían en su cuello.

-Te amo-dijo simplemente. Mi corazón dio un par de aleteos en mi pecho, y por un momento me dio miedo que se parara. Gideon era demasiado para mí.

Iba a besarme de nuevo, pero le paré.

-Entonces, ¿por qué no puedes estar conmigo? ¿Por qué no me puedes mirar?

-Precisamente por eso.

Su respuesta, enigmática, me recordó a Jace Herondale. O a Will. No lo entendí.

Pero ese momento de duda le dejó acercarse y volver a besarme, y yo no me resistí.

Hasta que le volví a apartar. Madre mía, sería mejor si nos separáramos un par de metros más, tal vez así podríamos mantener una conversación en condiciones.

-Eso no tiene ningún sentido.

Entonces, él respiró hondo. Se pasó una mano por el pelo, apartándose los mechones mojados de la frente.

-Lo sé. Pero es la única manera de ganar tiempo.

¿De hacer QUÉ? ¿Para qué?

Mis dudas debían de poder leerse en mi cara, porque enseguida, sin dejar de sujetarme la mano, volvió a hablar.

-Él me asusta, Gwenny, y la única manera de que él no te haga daño es hacerle creer que ha ganado, ¿entiendes? Al menos mientras los Vigilantes terminan de arreglar sus diferencias...

Le miré, sin entender.

-Si le habíamos creer que yo monte amaba realmente y que había alguna posibilidad de que te suicidarse por amor, tal vez no intentara nada hasta que todo se hubiera calmado un poco.

Ahora lo entendía.

-¿Por qué no me avistaste?-le dije, furiosa. La lluvia no había dejado de caer, y si no fuera porque estábamos tan cerca y notaba el calor de su cuerpo, hubiera tenido frío.

-Porque no podía, lo hubiera tirado todo por tierra.

Respire hondo, tratando de calmarme.

-Ha sido idea de Falk, ¿verdad?-pregunté, recordando las miradas de mi tío los últimos días. Él se limitó a asentir.

-Podrías habermelo dicho.

Se veía culpable.

-Lo siento muchísimo, de verdad, la próxima vez te juro que...

-¿¡La próxima vez?!?-pregunté, soltando su mano de golpe. Abrió la boca, pero no le dejé hablar.-¿Puede haber una próxima vez?

No respondió. Fantástico.

Respiré hondo.

-Te amo, ¿sabes?-empecé. Algo en mi mirada le hizo emnmudecer.-Te amo demasiado para poder soportar esto otra vez-dije.-Esto o cualquier cosa parecida. Si esto puede volver a pasar...-no, no iba bien. Volví a empezar la frase, a sabiendas de que me iba a costar mucho decir eso.-Tienes que prometerme que me lo vas a decir. Que no vas a dejarme o a hacer otra cosa rara por mi seguridad. Si no me quisieras sería diferente, pero si me amas realmente y lo haces por mi seguridad... prométeme que no lo vas a volver a hacer o se me avisarás en caso de que sea necesario.-no reaccionó.-Nomnpuedo estar todo el rato dudando, sin saber lo que sientes, lo que te ha llevado a actuar así. No puedo, ¿vale? Así que, si no me lo puedes prometer, creo que deberíamos dejar esto, porque...me temonque nompodría vivir así.

Su expresión de sorpresa y dolor en ese momento fue la copia exacta de cómo me sentía por dentro al decirle eso. Pero era necesario.

-¿Me lo puedes prometer?

No respondió. Ni siquiera se movió. Alcé una ceja, interrogante. Él me miró, pero siguió sin decir nada.

-Entiendo.-dije. Y, dándome la vuelta, salí del callejón. Nadie me siguió.

-------------------------

¡No, no me matéis! Esto no ha acabado, ni mucho menos. Me gustaría saber las opiniones de todo el que se pueda acerca de esto, y al comentario que más me guste le dedicare el siguiente capítulo... En fin, ¡besos!

DIAMANTE -borradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora