DIAMANTE -borrador

capítulo 2

Domingo por la noche. Depresión general. Mañana había clase-y los siguientes cuatro días también-. Lo bueno es que mañana conoceríamos por fin al sustituto de Mr. Whitman.

En la mesa había un ambiente un tanto soso, después de las batallas que se habían montado durante el resto de la semana. Charlotte y yo llevábamos evitándonos desde el miércoles, y tía Glenda y mamá parecían haber tomado nuestra tregua como modelo a imitar. 

Así que sorbí con cuidado la sopa de la cuchara, intentando no hacer ruido para no desatar una catástrofe en la mesa. No me gustaba demasiado esa paz engañosa, pero prefería las calladas miradas asesinas de un lado a otro de la mesa a volver a tirarnos los trastos a la cabeza.

-¿Qué tal lleváis el examen de física?-preguntó lady Arista. Por una vez parecía cohibida en el silencio mustio del comedor.

-Sinceramente, abuela, si a estas alturas lo lleváramos mal, mañana tendríamos un pequeño problema-contestó Charlotte con toda la razón del mundo. Sin embargo, tía Glenda la miró mal. 

-¡Charlotte! Esas no son formas, querida-dijo. Tía Maddy parecía estar a punto de decir algo cuando sonó el timbre. Me llevé el vaso de agua a los labios. Me interesaba tener la boca llena por si la discusión continuaba.

-Tranquilidad, por favor-dijo Lady Arista, cortando de pleno la discusión. Menos mal. Xemerius hizo eco de mis pensamientos desde su puesto en la lámpara.

-Eso, que parece que más de alguien tiene la regla en esta casa. Dios, no sé como tu hermano lo aguanta.

Me dio la risa y me atraganté con el agua. Estaba a punto de ahogarme cuando entró mr Bernhard con aspecto bastante alterado en el comedor. Gideon le seguía. O al menos alguien que se parecía mucho a Gideon pero en versión Carrie. O sea, cubierto de sangre.

Toda mi familia salvo Caroline, que no llegaba al suelo, se puso de pie al momento.

-¡Gideon!-dijo Charlotte.

-¿Qué ha pasado?-dijeron Lady Arista y tía Glenda.

-¿Estás bien?-dijo mamá.

Yo no dije nada. Simplemente me quedé mirándolo, asustada. ¿Qué habría pasado?

-Parece que está entero. Y no le han desfigurado esa cara tan preciosa que tiene-dijo Xemerius. Pero su tono no era tan de guasa como de costumbre.

-No se preocupen. Sólo venía a hablar con Gwenny un segundo.-Me miró, y me quedé colgada de sus ojos una vez más. Estaba más brillantes que de costumbre, y tenía la cara muy blanca.

Moví la silla hacia atrás y avancé hacia él.

-Pero, ¿toda esa sangre?-preguntó mamá. Ella también estaba muy blanca.

-No se preocupe. No es mía-contestó Gideon, mirándome.-Al menos no toda-añadió, pero tan bajo que sólo lo oí yo.

Nos quedamos un momento quietos, mirándonos. Creo que nos hubiéramos quedado allí toda la noche de no ser por Xemerius.

-Ejem, ejem. Os están empezando a mirar. Con cara rara, además. Sobre todo las psicópatas pelirrojas uno y dos.

Entendido.

-Ven. Buscaré un botiquín-dije. Abrí la puerta y salimos del comedor. Pensaba llevarle a mi cuarto, sentarlo en la cama, ir a por el botiquín e interrogarle a fondo. No pude. Apenas se hubo cerrado la puerta del comedor a nuestra espalda, esa mano que había estado esforzándose por no tocarle perdió la batalla, y en menos de tres segundos mi espalda había impactado con fuerza contra la pared, mis dedos habían encontrado su propio camino hacia su pelo y mi boca hacia la suya.