especial gideon 16 K (uffff)

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-Mr George, ¿cuáles son las instrucciones para hoy? ¿Hay algún detalle en concreto que haya que tener en cuenta?-pregunté, intentando tranquilizar a Gwendolyn (y tranquilizante a mí mismo, para que engañarme...) a Mr George, para darle un toque de normalidad a la situación, por muy anormal y peligrosa que esta pudiera resultar.

-Veamos, para el conde de Sant Germain ha pasado tanto tiempo desde el baile como para vosotros, es decir, dos días-y qué dos días...-A nosotros mismos nos han sorprendido las instrucciones de la carta. Según ellas, tu visita debe durar sólo quince minutos, mientras que Gwen deberá permanecer con él tres horas y media. Pero suponemos que a ti se te coniarán otras tareas para las que se requerirá tu contingente de tiempo, ya que ha hecho constar expresamente que no debías elapsar antes de verle-claro, porque quiere que no esté presente cuando mate a Gwenny.

Intente matar a Gwenny-replicó mi subconsciente. Aquello me tranquilizó un poco, pero no demasiado. Nuestro plan seguía siendo increíblemente malo.

-Las indicaciones que nos ha facilitado al respecto no nos han aclarado mucho las cosas, pero...por lo visto el conde está convencido de que el círculo de sangre va a cerrarse de forma inminente. Ha escrito que todos debemos estar preparados para el momento.

Miré a Gwen, preocupado. No me hacía ni pizca de gracia dejarla sola con ese sádico que era el conde, pero era la única manera de tener al menos una remota posibilidad de que nuestro plan saliera bien.

Pero los ojos de Gwen estaban muy abiertos, y demostraban un miedo abierto. Sin hacer caso a Mr George, a nuestro lado y nervioso porque íbamos tarde, me detuve y la atraje hacia mí, estrechándola con suavidad entre mis brazos.

-Todo va a ir bien-susurré a su oído, aprovechando para darle un beso muy suave en la sien.-No olvides que no puede hacerte nada. Y mientras no lo sepa, está segura.

O al menos eso espero...

Ella me miraba con los ojos azules tan abiertos, y se aferró a mi chaqueta con tanta fuerza que no pude más que inclinarme hacia ella y besarla con desesperación. Claro que duró apenas tres segundos antes de que Mr George carraspeara.

-Me alegro de que hayáis superado vuestras diferencias, pero, de todos modos, debemos seguir adelante.

Fruncí el ceño, deseando que pudiéramos hacer eso de la manera más fácil posible, es decir, simplemente no ir a ver al conde. Obviamente, esto no era posible.

Le di un beso en la sien a Gwen y seguimos por el pasillo hasta llegar a la sala del dragón. Esta vez saltaríamos desde allí, debido a la situación especial en la que nos encontrábamos. Allí estaban tío Falk, Mr Whitam, el Dr White, el ministro de sanidad y otras decenas de Vigilantes que o no me habían presentado o había olvidado sus nombres.

-Ven-dije a Gwen, tomando su mano con delicadeza y dándosela a Mr George para que introdujera su dedo en el orificio del cronógrafo.

-¿Estás lista?-pregunté antes de soltarla.

-Si tú lo estás-contestó.

No, no lo estoy, en absoluto.

Pero asentí, tratando de aparentar seguridad, y la solté. Segundos más tarde, desapareció ante mis ojos.

-Bienvenidos, queridos amigos-dijo el conde, con una horrible sonrisa burlona pintada en su cara.-Me alegro de ver que estáis bien. Y de comprobar que las fantasías morbosas de Lord Alastair sobre la muerte de Gwendolyn sólo eran fruto de la fantasía de un moribundo.

Gwendolyn hizo una reverencia un poco demasiado larga para el rango del conde ante él, pero este no le prestó nada de atención. Por el contrario, se dirigió a mi directamente, mirándome con su expresión de superioridad habitual.

DIAMANTE -borradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora