V E I N T I U N O. Es mío. Dámelo.

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

Con un rápido movimiento, Donovan se arrastra hacia abajo, los latidos de mi corazón acompañándolo en el camino. Se lleva consigo mi aliento, mi raciocinio y cualquier rastro de duda. No hay nada en mi mente excepto el arrastre de las yemas ásperas de sus gruesos dedos sobre mi piel y el rastrojo de su barba lastimando dulcemente mi carne mientras desciende. Mi piel se eriza cuando su aliento choca contra la tela de mis bragas y tengo que forzar a retroceder el impulso de levantar de nuevo mis caderas para apresurarlo.

Lo escucho aspirar como una bestia a su presa, ese trozo de carne hermosamente cocido para saciar su apetito, y el sonido deshace las pocas neuronas que aún quedan vivas en mi. Reprimo un gemido ansioso mientras lo veo comerse con los ojos la tela blanca de mis bragas de oferta como si fueran hechas de oro. Es algo que me encanta. Que de repente se paralice para quedarse viendo un punto fijo de mi, como si su mente estuviera analizando toda la información y descubriendo los sentimientos que eso le genera. Pero por favor, Donovan. Deja eso para después. Estoy ardiendo. Te necesito. Tocame.

―Donovan. ―lloriqueo sin aliento. Sus ojos parpadean un instante sobre mi rostro, la ferocidad opacando el gris de sus iris, y de un momento al otro las arranca.

El jadeo que sale de mi es completamente inconsciente. Jamás había estado así con nadie, y de repente estar expuesta hace que quiera cubrir todas mis extremidades. Pero hay algo en Donovan que me impide hacerlo. Me ve como si fuera una escultura creada por los Dioses, digna de ser admirada incluso con mi estómago blando, mis muslos un poco regordetes y mi piel marcada.

Y Dios, me está oliendo como si me quisiera de fragancia.

Antes de siquiera procesarlo, se lanza a por ello. De un momento al otro, sus fuertes manos aprietan mis muslos y su boca se entierra en mi coño con un gruñido que hace retumbar mis venas. Grito cuando su lengua hace contacto con mi carne húmeda y anhelante, la sensación de la rasposidad deslizándose en mi piel haciendo volar mis sesos por los aires. Mis caderas dan un tirón hacia arriba pero su posesivo y determinante agarre se aprieta en mis piernas para que no obstruya su camino a mi centro. Sus dedos se aprietan contra mí, y sé al instante que mañana tendré una marca de cada uno de ellos, pero me genera tanto placer la pizca de dolor que simplemente gimo por más y hago un esfuerzo por llevar de nuevo mis caderas más cerca de su boca. Como si eso fuera posible, me digo a mi misma, pero es solo el impulso inconsciente de mi cuerpo. No hay forma de que algo de esto sea dirigido por mi parte racional.

Mi respiración se entrecorta cuando su lengua serpentea sutilmente sobre mi clítoris y la tensión en mis músculos hace que vuelva a chupar ese pequeño punto de nervios necesitado y palpitante. Grito cuando la presión se hace mas fuerte, mi mundo estallando a medida que su boca juega conmigo de la manera más deliciosa, y debo aferrarme a algo para no caer en la locura. Mis dedos inmediatamente se entierran en su cabello y por instinto abro más mis piernas. Gruñe contra mi cuando me siente darle más espacio, el sonido vibrando sobre mi clítoris y arrancándome otro jadeo, y por un momento siento que se detendrá, pero solo agarra mi pierna y la pone sobre su hombro para llegar más profundo.

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