C I N C U E N T A Y O C H O. Sangre contaminada.

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TW: este capítulo toca temas sensibles como violencia, secuestro, abuso y lenguaje explícito.
Leer bajo consciencia

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Skyler Snow Thompson

Bennet no deja de aparecer.

Y con cada una de sus visitas, más recuerdos llegan a mi mente. No dejo de ver cosas, de descubrir lo sádico y lo macabro que fue conmigo todo este tiempo, incluso con esa sonrisa estúpida pintando su rostro. Lo recuerdo iluminado, la sorna en sus facciones, sus gritos enojados cada vez que mis acciones lo molestaban, mismas acciones que le causan placer dependiendo de su humor.

Es como volver a pasar por todo eso. Una y otra vez.

Aunque esta vez, tengo algo para cubrir mi cuerpo del frío. Puede ser algo bueno, pero una parte de mí se pregunta si él me lo ha traído para que pueda estar en las mejores condiciones para seguir aguantando lo que tiene para mí. Si me desmayo de hipotermia... ¿cómo va a divertirse? No podrá ver como sufro bajo sus manos, con sus palabras, con cada toque de sus labios sobre los míos.

Es difícil vivir con la incertidumbre de no saber qué quiere cada vez que viene a verme durante todo el día. De prepararme mentalmente para algo desconocido, porque nunca sé realmente lo que necesitará de mí y por lo que vendrá a hablarme. O a hacerme.

Mi mente no descansa y con cada una de sus visitas se vuelve cada vez peor. Esto de respirar aliviada y luego volverme a preocupar sobre si vendrá peor la siguiente vez me está haciendo mal.

Y cuando él vuelve a abrir la puerta la siguiente vez, el zumbido en mi cerebro es insoportable. Mis uñas no dejan de arañar el suelo por la ansiedad y mis cicatrices pican como si me estuviera causando las heridas ahora mismo. Todo... arde.

Arde desde que me encerró aquí.

Desde que sus manos se posaron sobre mi y me hirieron de la misma forma en que lo ha hecho toda mi vida.

Pero ahora todo es diferente. Ahora tengo a alguien a quien cuidar de este monstruo, y mentalizarme sobre ello... es difícil. Poner a alguien más primero, pensar las cosas dos veces antes de actuar. Y ahora que siento mis piernas... solo se me ocurren formas de encontrar mi libertad.

Pero carajos, es tan peligroso.

―Tus mejillas vuelven a tener color. ―señala, entrando con las manos ocultas en sus bolsillos. Lleva un buzo negro y creo que se tomó su tiempo en la ducha porque el aroma a limpio que entra inevitablemente llega a mi nariz. Me odio por disfrutarlo, pero para mi desgracia lo hago porque he tenido que hacer mis necesidades en una esquina de la habitación porque nunca me ha venido a buscar para llevarme al baño.

No le respondo, pero volteo la cabeza y vuelvo a apoyarla en mis brazos. Estoy acurrucada en el piso, mis brazos aferrados a mis piernas para mantener el calor que me brinda la frazada que me envuelve por completo. Verlo es igual de insoportable que el frio, porque la luz que ilumina el pasillo es cegadora para mis ojos que han estado todo el dia viendo negro.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora