C I N C U E N T A Y S E I S. El beso del diablo.

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TW: este capítulo toca temas sensibles como violencia, secuestro, abuso y lenguaje explícito.
Leer bajo consciencia

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Skyler Snow Thompson

Alexander ya lo sabe.

Quiero decir, yo obligué a Donovan a decírselo, pero jamás esperé la reacción que tuvo al saberlo. No es que no me gustara. Al contrario, fue una caricia al alma, pero carajos... ese hombre...

Ahora entiendo que Donovan y él tienen la misma sangre.

Hace dos días apareció en la fraternidad. Solo un día y medio después de haberlo llamado para contárselo.

Pero no llegó solo.

En sus brazos... muchos juguetes. Muchos peluches.

Y en las manos de Josh, su chofer..., muchas cosas más.

Pañales, ropa y en el baúl del auto, una cuna para armar.

Demonios, lo último que supe de Alexander es que tuvo otro viaje de negocios. No quiero creer que se subió a un avión y voló hasta aquí solo para estar con nosotros en una época tan especial.

Pero cuando los veo juntos y empiezo a atar cabos... es casi obvio que él lo hizo. Voló hasta aquí, emocionado, desde donde sea que estaba... para festejar con nosotros. Y llenarnos el sótano con cosas para la bebé. Porque él sabe que será una niña. Donovan casi que se lo rugió por teléfono.

No estoy acostumbrada a tanto afecto familiar, pero la sensibilidad que dominó mi cuerpo me permitió aceptar su abrazo y las felicitaciones que llegaron después. No pudo evitar olvidarse que no me gusta el contacto físico, porque estaba tan alegre y cegado que fue directo a tocar mi pancita. Aunque si hubiera dado algún indicio de incomodidad, él se hubiera apartado. Alexander es una buena persona, y luego de esos saludos... estuvo relajado, poniendo la suficiente distancia para disimular que quería estar abrazado a mi estómago lo que restaba de la tarde.

―Pensé que esto no pasaría nunca. Donovan ni siquiera quería estar cerca de alguien. Era difícil llegar a él. Y ahora... ―había dicho con voz temblorosa y ojos llorosos.

Estuvo repitiendo eso por horas mientras nos llenaba de preguntas, que por supuesto solo yo respondí. Donovan solo puso la cara de molestia por haber sido interrumpido y se quedó callado. Al menos trajo café para todos los invitados, y un batido de chocolate para mi.

Todavía puedo recordar la forma en la que intentó echarlo porque se hacía demasiado tarde. La noche cayó lo suficientemente rápido para Alexander y yo, pero sentí que no tuvimos nada que nos faltara decir. Por supuesto, me prometió volver pronto para pasar más tiempo juntos, y nos invitó nuevamente a su casa para cenar todos juntos.

Luego, cuando se fueron, Donovan se estiró, movió su cuello, y sin decir ninguna otra palabra, me levantó en sus brazos y me llevó a la cama.

Nunca me había sacudido tanto como esa noche. Me dio el maldito sacudón de mi vida. No pude moverme. Mis piernas temblaban y todo mi cuerpo sensible vibraba. Quizá fue por su enojo, quizá por el hecho de haberse excitado ante la idea de haberme embarazado, o quizá fue una forma de aprovechar nuestro último tiempo juntos antes de tener que separarnos.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora