Skyler Snow Thompson
Mi cerebro sigue frito momentos después. Y no solo eso, mi cuerpo no puede detener las réplicas del orgasmo demoledor que me dio. Ni siquiera fue uno, fueron dos orgasmos arrolladores que me dejaron como papilla en un cuenco de comida para bebés. No puedo moverme, ni pensar... ni hacer nada que no fuera quedarme flacida sobre los libros de estudio abiertos mientras intento recomponerme. Mis piernas no dejan de temblar, mi centro palpita con una cantidad de sensibilidad que podría matarme si llego a rozar esa zona con algo. Pero incluso tan detonada como lo estoy ahora, es imposible no disfrutar las sensaciones que ha dejado en mi sistema. El rastro del placer que recorrió mis venas sigue inundándolas, aunque se sienten como cosquilleos en todas mis extremidades. Me siento como si algo suave y cómodo me sostuviera para que me permita relajarme mientras me recupero.
Apenas soy consciente de Donovan mientras cierro los ojos y me sumerjo en este algodón rodeándome, pero cuando lo siento pasar algo caliente en mi coño, rozando mi clítoris ultrasensible, mi cuerpo tiembla y mis ojos se abren para verlo.
―¿Qué haces?
―Cuido de ti. ―contesta, sin quitar sus intensos ojos de mi sexo.
―Uhm.―gimo, sintiendo su delicadeza y la ternura con la que me mima, pero también por los movimientos que hace con la toalla húmeda y caliente. Se toma su tiempo, deja unos segundos lo que hace para mantener la presión sobre mi coño antes de volver a posarlo sobre otra zona. Se siente tan bien que vuelvo a caer sobre mi espalda, con mis brazos caídos a los costados mientras abro más las piernas para él.
Jamás pensé que alguien, mucho menos como Donovan Hunter, terminaría cuidandome tan íntimamente como lo hace desde que nos conocimos. Incluso si me lo hubiera imaginado, nunca hubiera creído que mi cuerpo aceptaría el toque de alguien, menos si se habla de la intimidad. Siempre me aterré de que me rozaran el brazo o quisieran acariciarme cualquier parte del cuerpo, pero con él fue instantáneo. Mi cuerpo sucumbió, y ahora nadie puede detenernos.
―No puedo creer que hemos terminado así... otra vez. ―suspiro, fingiendo decepción.
―¿Así como? ―dice, pero termina gruñendo cuando pasa la toalla otra vez por mi clítoris sensible y mis caderas se levantan inconscientemente. ―Quieta.
No puedo evitarlo, vuelvo hacerlo solo para volverlo loco. Siento como su camisa termina deslizándose un poco más, esta vez dejando ambos pechos a la vista mientras las mangas caen de mis hombros a mitad de mis brazos.
―Incluso adolorida te gusta provocarme. ―sisea, sus ojos fijos en mis tetas que suben y bajan exageradamente con cada una de mis respiraciones. Me encanta la atención que le presta, como si las adorara con la mirada y ese feroz anhelo por devorarlas. Me encanta que me necesite y me odie a la vez por volverlo tan dependiente. ―Contesta, ratoncito. ¿Así como?
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Furia ilegal
Romance~ESTE LIBRO CONTIENE ADVERTENCIAS DE CONTENIDO~ Intenso, feroz y jodidamente adictivo. "Un enorme luchador clandestino, el rey del hielo más temido de la universidad y el tipo más terrorífico del campus" Hay muchas palabras para describirlo. Es una...