E X T R A. 11

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Donovan Hunter

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Donovan Hunter

Cinco años después.

―¡Papi!

Esa dulce voz atraviesa mi corazón, e incluso después de cinco años, pone mi piel de gallina. Me debilita, me vuelve gelatina y hace temblar todas mis extremidades. No hay rastros de la enorme bestia que una vez intimidó a todo el mundo, no cuando mis bebés están conmigo. Soy un hijo de puta totalmente blando.

Corre hacia mí con esas cortitas piernas mientras ríe con ese sonido angelical, inocente y completamente dulce.

La espero agachado, mi corazón explotando de la felicidad por ver a mi pequeña recibirme así después de un viaje para competir en Europa. Un mes. Un puto mes lejos y quise mandar todo a la mierda. Años de preparación tirados a la basura porque sufría cada maldito día por ver a mis mujeres sonreirme y decirme cosas bonitas. Fue tortuoso, una agonía que no sé si estoy listo para volver a sufrir.

No puedo estar sin ellas. Son parte de mi. Mi puta vida entera.

Cuando llega a mi, se lanzan sobre mi pecho y sus pequeños brazos envuelven mi cuello con tanta fuerza que me ahogo. Sin quererlo, su cabeza golpea mi mandíbula, pero no puedo prestarle atención cuando aleja su pequeño rostro para mirarme directamente a los ojos.

Unos ojos iguales a los míos.

Le sonrío mientras escucho como Skyler persigue a mi otra niña, que se aproxima a mi a una velocidad arrolladora.

―¡Más despacio, estás mojada! ―la escucho decir.

―¡Papi! ―grita mi otra niña, apareciendo frente a mí con su traje de baño, toda mojada y con una toalla que amenaza con caerse a sus pies.

Cuando llega a mí, se lanza a mis brazos también, apretando a su hermana entre medio de nosotros. Ahora las tengo a ambas en mi pecho, mojando toda mi ropa. Mis brazos las envuelven y las sostengo con fuerza mientras me levanto con ellas, elevándolas en el aire y haciendolas reir y gritar con emoción. Entonces aparece Sky, mi hermoso ratoncito, agitada por haber corrido por toda la casa desde el patio trasero con ese enorme estómago que la hice a cargar... otra vez.

Inevitablemente no pudimos esperar mucho tiempo para buscar mas.

Me sonríe con esas mejillas sonrojadas y ese jodidamente sexy traje de baño que aprieta sus tetas llenas para que pueda apreciarlas. Gruño viendo las gotas deslizarse por su piel.

―Ratoncito ―ronroneo, apreciando a mi mujer embarazada. ―¿Corriste mojada también?

Está chorreando, su cabello igual de mojado que el de las niñas, y si bien mi polla está completamente dura ahora mismo por ella, hay molestia en mi sangre. Ella misma puede caerse.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora