C I N C U E N T A Y S I E T E. Tic tac, tic tac, tic tac

17.2K 1.3K 473
                                    

TW: este capítulo toca temas sensibles como violencia, secuestro, abuso y lenguaje explícito.
Leer bajo consciencia

 Leer bajo consciencia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Skyler Snow Thompson

Mi cabeza se siente como si estuvieran taladrándola cuando vuelvo a la consciencia.

Mis pensamientos no tienen espacio para ser atendidos, solo el fuerte dolor que palpita en mi nuca con incesantes latidos.

Pum, pum, pum.

Se siente pesado, como si mi cerebro estuviera a punto de estallar por la sobrecarga. Toda mi sangre está acumulada ahí y las fuerzas que necesito para abrir mis ojos hacen que todo se sienta aún peor. No logro enfocar la vista hasta que parpadeo varias veces, y ni siquiera de esa forma logro ver bien mi entorno. Poco a poco logro recuperar mis sentidos, pero cuando los dolores vuelven a mi, me arrepiento.

Estaba mejor inconsciente. Ahí al menos no sentía el peso de estar encerrada, marcada y adolorida. Incluso podría intentar imaginar que tenía a Donovan ahí, conmigo, en un sueño hermoso.

Pero la realidad es cruda y malvada, y el mundo allá afuera sigue su rumbo. Las personas están preocupadas por cosas más mundanas... y yo estoy ansiando tener esas preocupaciones. Pero en mi mundo, mi día a día es rezar por no ser lastimada tanto porque es pedir mucho no ser lastimada.

Es una lucha constante entre mi cuerpo y mi cerebro, y mis ganas de seguir viviendo.

Es una batalla que ha tenido mi cuerpo todo este tiempo. Los recuerdos me lo confirman, y una vez que mis ojos se adaptan a la oscuridad de la habitación, ésta también me lo recuerda.

He pasado aquí muchas noches. Sin saber lo que pasaría conmigo. Sin poder dejar de imaginar todo lo que él me haría una vez que cruzara la puerta.

Para cualquiera se ve como un sótano común, aunque solitario, frío y desalojado. Pero para la niña que ha estado encerrada aquí abajo la mayor parte de su juventud... se siente como la cárcel. Como el mismísimo infierno. Ni siquiera puedo fingir que el resto de la casa no lo es.

Al contrario, toda esta pocilga es una mierda.

Nadie debería cargar con el castigo de llevar una vida aquí adentro porque ahora, de adulta y con los ojos finalmente abiertos, reconozco todo lo que mis ojos aniñados han ignorado. No hay muchos muebles, no hay cuadros, no hay decoraciones. Mi madre vivía maldiciendo porque se chocaba con todo. Así que tiraba las pocas cosas que alguna vez hubo aquí adentro.

No sé cómo logro recordarlo, pero el silencio solo parece inspirarme porque burbujas de información simplemente caen en mi mente. No digo que sea algo bueno. En realidad, no lo es. Para nada. Porque la imagen que tenía de mi madre, errónea por supuesto, se disuelve ante la verdad. Y me hace sentir inútil. Una tonta niña esperanzada y cegada. ¿Cómo pude olvidar toda esta mierda?

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora