V E I N T I T R E S. Mierda, ¿por qué eres tan hermosa?

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

―Espero llegar a terminar el ensayo para mañana. Podré no dormir en toda la noche y llegar como zombie a la clase, pero juro que entregaré todo para cerrarle la boca a esa zo...

No tardo en carraspear para detener el insulto que sé que se aproxima. Gracie no guarda sus palabras cuando se siente cabreada con alguien, y siendo alguien de autoridad, temo que un profesor la escuche decir esas cosas. No importa si estamos en el campus, ella lo está gritando suficientemente alto para que los osos polares la escuchen.

Volteando hacia ella, la veo fruncir el ceño y gruñir, como si le molestara no poder gritar a los vientos lo que piensa de su profesora. No tengo problemas con escucharla, pero siempre es mejor a puertas cerradas y sin gente alrededor.

―Lo harás, estoy segura de que llegarás a terminarlo y lo entregarás con una sonrisa de suficiencia para que ella vea que no fue problema para ti hacerlo.

―Pero sí fue un problema. ―refunfuña, cuzando sus brazos envueltos en las mangas lagas de un sweter peludo amarillo, como si fuera un niño a punto de hacer una ravieta.

―Pero ella no lo sabe.

―¿Y qué pasa si en el próximo ensayo nos da algo aún peor porque este fue "demasiado fácil"?. No quiero ser grosera, pero tuve suficiente con este trabajo en mi trasero como para meter otro peor.

Su corto cabello ondea con el viento de otoño mientras el sonido de las hojas siendo arrastradas por el suelo nos acompaña por todo nuestro recorrido hacia el próximo edificio. Tenemos una clase juntas y aún quedan unos minutos antes de que empiece. Sus ojos marrones se ven frustrados y desganados, pero no parece enojada conmigo, solo molesta por lo que tiene que hacer para mañana.

―Pase lo que pase, podrás hacerlo.

No digo nada más porque lo que menos quiero es desatar su enojo otra vez, así que aprovecho a sacar el tema de conversación por el que estuve buscándola para hablar durante todo el día. Sin pensarlo, mis mejillas se ruborizan, y no tiene nada que ver con el frío calando mis huesos. Estoy envuelta en capas de prendas mías y de Donovan como para sentir frío, sin embargo... nada impide que me ponga roja ante lo que quiero pedirle.

―Oh, oh. Te pusiste roja. ¿qué sucede? ―dice Gracie, y mientras habla, pequeños hilos de vapor salen de su boca.

El día está gris, pero no tan oscuro como para predecir una lluvia repentina. El viento sopla con fuerza las copas de los árboles y el campus está repleto por los colores otoñales de las hojas y el césped. Es un paisaje hermoso de ver, lastima no poder disfrutarlo desde la comodidad de mi habitación o los brazos fuertes de Donovan. Y como si fuera poco, aún quedan horas de estudio y trabajo, así que no sé cuando realmente volveré a verlo. Estoy ansiosa por volver a acurrucarme en su calor desde que me fui corriendo esta mañana para no llegar tarde a clases. Fue desgarrador dejarlo durmiendo en la cama, completamente desnudo, con el pelo revuelto y sus enormes brazos buscando mi diminuta anatomía para volverse a acurrucar.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora