E X T R A. 1

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Harry Thomas Green

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Harry Thomas Green

No voy a admitirlo en voz alta. No porque no quiera, sino porque ella no está preparada. Aunque lo sabe, y sé muy bien que lo sabe, se hace la desentendida. Gracie siempre intenta escapar y refugiarse en su humor sarcástico y comentarios despreocupados para no enfrentar la realidad.

Me gusta.

Bueno, vaya eufemismo.

Ella no me gusta solamente. Gracie me encanta.

Ese humor agrio. Esos pequeños ataques verbales para distanciarse que vienen junto a sus golpes "sutiles" que de sutiles no tienen nada. Y esa forma de comportarse, tan bestia y tan adorable.

No hay una sola cosa de ella que no me guste. Su cabello rubio tan desteñido que cada vez se acerca más al blanco, que por las mañanas no deja de estar despeinado hasta que, a lo largo del día, después de pasar mil veces su manos por él, termina arreglándose inconscientemente. Esa mueca desinteresada que me dirige cada vez que aparezco en el campus e interrumpo su conversación con Skyler y digo cosas que la hacen poner de "malhumor" pero que solamente es gracia disfrazada de malhumor porque... bueno... odia que mis estupideces le parezcan divertidas.

Hasta su humor de perros es agradable para mi. Ese fruncimiento de cejas cuando me ve aparecer en su rango de visión, como si estuviera buscándome pero no quisiera ni admitírselo ni a sí misma.

O tal vez estoy delirando y solo veo lo que deseo ver.

Mentira, Gracie me ama. Está loca por mi. Alboroto todas sus putas hormonas.

Falta convencer a su cabeza de que lo nuestro es lo correcto.

Su corazón no tiene miedo. Está ahí, latiendo para mí, en la misma sintonía que el mio. Los ojos son las ventanas del alma, ¿no? Bueno, los suyos brillan y me gritan que, de alguna forma, me quiere. Y no desea admitirlo. Su mente pone trabas.

Lo odio.

Pero es divertido ver como lucha con uñas y dientes para no regalarme ninguna reacción. Quizá piensa que de esa forma se mentirá a sí misma de que no me desea.

Quiere parecer fría, pero su cuerpo responde tan bien a mi que aquellos golpes que quiere darme se sienten más como caricias. Cuando lo hace, puedo ver como encorva su pecho para acercarse a mi y mantener una pequeña distancia entre nosotros, como si inconscientemente quisiera que todo el mundo a nuestro alrededor sepa que me está marcando.

Una mirada a su pequeña, muy pequeña, figura y me tuvo corriendo a toda marcha.

Ejem, es decir... mi corazón. Mi corazón corría a toda marcha. No otras.. partes de mi.

Quiero decir, carajos. Sí. Ponía en marcha todas esas partes de mi también, no estaba queriendo decir que ella no podría hacerme correr y...

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora