Skyler Snow Thompson
―No quiero.
El gruñido molesto de Donovan me hace fruncir el ceño, pero nada de ello se me hace extraño. Sabía que algo así pasaría.
―Debo evaluar tu progreso. Lee, Donovan.
―No me gustan los exámenes.
―Nunca tuviste uno. ―señalo.
―Aun así. Mejor bésame, ratoncito.
Hemos estado alrededor de veinte minutos con este tira y afloja, y a pesar de que mi cuerpo está tentado a seguir sus órdenes y besarlo, no puedo caer en la tentación. Pecar ahora mismo sería darle otra victoria a su vagancia y terquedad. Quiero que sienta la presión de ser evaluado, a pesar de que soy su maestra y veo su progreso en cada clase. Quizá esto lo incentive a practicar sin mi ayuda, como los niños que se llevan tarea a casa.
Pero sus enormes ojos grises me ponen a prueba, me desafían a romperme, pero debo mantener mi postura. Realmente quiero que progrese y nos quitemos de encima el tema de la lectura.
Sin embargo, no puedo ignorar su cabello alborotado. La forma en la que la luz del sol que asoma por la pequeña ventanita en la cima de la pared lo ilumina desde atrás. Como sus ojos brillan con millones de excusas para no hacer esto. Ese cuerpo voluptuoso creado por las manos más perfectas de este universo, plasmado en un lienzo totalmente desnudo para darle protagonismo y atraer miradas. Mis manos arden por dejar caer el libro sobre la superficie de la mesa y arrastrarme como caníbal sobre él, ansiosa por el trozo de carne que se posa frente a mi... totalmente dispuesto.
Agarrando con fuerza el libro para niños frente a mi, intento que mi rostro no deje ver ningun reflejo del deseo que carcome mi interior. En cambio, endurezco la mirada y lo desafío sin ningún atisbo de cobardía... aunque bien sé que mi interior sólo está temblando con fuerza.
―Empieza. ―ignoro lo que dijo y señalo por decimoctava vez la copia del libro que llevo en mis manos. Tuve que conseguir dos de estos porque sé que si me acerco para leer ambos del mismo libro, terminaríamos enredados entre manos, bocas y sudores sobre cualquier superficie del sótano. Realmente cualquiera.
No despega la mirada de mi, en un ultimo intento por dar mi brazo a torcer, pero mi postura simplemente se reafirma. Todos los que quisieron ayudarlo alguna vez han cedido a su negativa y malhumor. Siempre se ha salido con la suya, no es culpa de los demás. Sin embargo, tengo cierto poder que me permite conseguir más cosas que los otros, y maldita sea, pienso aprovecharlo.
No me importa que suene mal, esto es por él.
Y cuando finalmente nota que no me quiebro, lo escucho resoplar por lo bajo y abrir el libro con fuerza en la primera página. Aun así, no importa cuanto quiera mostrarse enojado, sus ojos destellan con un fuego orgulloso por mi floreciente temperamento. El pequeño ratoncito desafiando a la gran bestia. Al enorme hombre le encanta ver un poco de caracter, le gusta que lo desafíen, que demuestren poder y no se dobleguen a sus demandas. No pasa muy seguido, Donovan adora con toda su alma tener el control y dominar cada puta situación, pero de vez en cuando, cuando no se lo espera, la sorpresa del estallido contra él lo pone jodidamente duro.
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Furia ilegal
Romance~ESTE LIBRO CONTIENE ADVERTENCIAS DE CONTENIDO~ Intenso, feroz y jodidamente adictivo. "Un enorme luchador clandestino, el rey del hielo más temido de la universidad y el tipo más terrorífico del campus" Hay muchas palabras para describirlo. Es una...