T R E I N T A Y U N O. No deberías haber venido

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Donovan Hunter

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Donovan Hunter

La ira hierve en mi interior como si estuviera envuelto en las llamas del infierno. Es algo cotidiano, mis pesadillas siempre me llevan ahí para torturarme y sentir la quemazón de los latigazos de fuego lastimando mi carne, pero esta vez es diferente. Hay un dolor en mi pecho que no entiendo, pesado y agonizante, que me vuelve loco mientras camino por el pasillo, mi mirada fija en el ventanal donde las figuras de mi ratoncito y ese hijo de puta entrometido se mantienen estáticos con los ojos en mi.

Todo arde en mi y soy plenamente consciente del terror en los ojos de Sky. Me queman, se deslizan como lava sobre mi piel, pero apenas puedo retener mi cordura. A su lado, Harry intenta mirar hacia otro lado cuando lo taladro con mis ojos. No puedo contener la rabia al verlo tan pegado a ella. Lo odio, lo odio más que a mis demonios, porque si bien me torturan, coinciden conmigo en que ratoncito es lo más importante en nuestras vidas. Ellos de repente desaparecen, o al menos se calman para llegar a disfrutar de su compañía.

Pero Harry solo es un maldito estorbo.

Y está demasiado cerca de ella como para que pueda controlarme en este punto. Estoy sudado, cubierto de sangre y hematomas que no podré ocultar, pero en lo único que puedo enfocarme ahora mismo es en la furia que bombea por mis venas y encrespa mis dedos en un apretado puño. Siento que en cualquier momento perderé el control, estoy demasiado al límite ahora mismo como para lidiar con esta mierda.

Y como si fuera poco, los ascensores tardan en llegar, por lo que tomo las escaleras y a la mierda todo.

Me agito aún más a medida que me acerco. Soy como una bestia a punto de estallar y devorar a cualquier presa que se cruce por mi camino. La adrenalina me envuelve, me acorrala, me hace olvidar en dónde demonios estoy para únicamente enfocarme en la forma más efectiva de arrancar esa espina asquerosa incrustada en mi interior que me hace sentir desenfrenado. Está ahí con ella, y quien demonios sabe cómo llegaron hasta aquí. Es como si ella quisiera provocarme, sacarme de mis casillas hasta hacerme estallar. Es como si realmente buscara esa reacción de mi para probar un punto que no logro ver.

Lo odio, odio sentirme tan poderoso y vulnerable a la vez. Parte de mi quiere forzarme a relajarme, la otra quiere destruir todo a su paso para calmar el palpitar enojado que maneja los latidos de mi corazón.

Mi bestia se mueve dentro de mí y todo lo que puedo ver es rojo cuando llego a la maldita puerta. Mi alrededor se disuelve en un oscuro abismo cuando empujo con tanta fuerza que la puerta choca contra la pared con un sonido estruendoso. Al instante mis sentidos rugen al ver al causante de este remolino de emociones maniáticas, y no puedo evitar que mi maldito cuerpo reaccione.

Lo persigo cuando da unos pasos hacia atrás, sin importarme jodidamente nada, y agarro con fuerza su chaqueta antes de estamparlo contra la pared. Hay miedo en sus ojos que me llena de satisfacción. Mi bestia lo disfruta, absorbe el terror comenzando a inundar sus facciones. Casi siento el palpitar de su corazón, huelo su maldito temor. El ambiente se espesa, cargado y potente. El espanto lo tiene temblando, y por primera vez logro sonreirle como un monstruo disfrutando el pánico de su presa. Se siente demasiado bien absorber el pavor bullendo de su cuerpo mientras sostiene mi muñeca e intenta rogarme que lo suelte. No lo hago, sería un pecado dejar ir a este hermoso trozo de carne que hace tiempo he querido comer.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora