T R E I N T A Y T R E S. Fui yo

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

Nuestras respiraciones agitadas hacen eco en su improvisado living. Apenas puedo ser consciente de algo más que el relajamiento casi alarmante que sufren mis extremidades y los pequeños pinchazos de mis músculos adormecidos. Es una buena sensación, mucho más cuando viene acompañada de un abismo blanco rodeando mi mente que me aleja de las preocupaciones cotidianas. Solo siento y escucho lo que me rodea, y la única carga importante que llena mis sentidos es Donovan.

No se ha movido, tampoco lo he dejado hacerlo, por lo que nuestros aromas son fuertes y picantes, sin ningún tipo de filtro que nos impida olernos. Su respiración es igual de acelerada que la mía, y cómo no serlo cuando hemos tenido orgasmos tan potentes que se llevaron más de lo que pretendíamos dar. Casi río por la poca resistencia que tengo y el hecho de que mi cuerpo sigue vibrando por las réplicas del clímax que sacudió por completo mi mundo. Incluso sufriendo esos microespasmos, siento que podría volver a hacerlo dentro de media hora.

―¿De que te estas riendo?―su voz es suave cuando llena el silencio que nos rodea.

Tengo mi cabeza inclinada sobre el respaldo del sillón, pero al escucharlo hago un perezoso intento por mover hacia un costado mi cabeza y abrir mis ojos para verlo. La vista de sus párpados caídos, la dilatación de su pupila y el brillo en sus labios por comer toda mi carne y beber de mi miel, me llena de algo que no puedo describir con palabras. Un sentimiento demoledor que me pega más fuerte que un golpe en la cara. Una combinación de obsesión, posesividad y una oscura necesidad de acercarme a morder su carne para dejar mi marca. Mi maldito reclamo. Es mi. Mio, mío, mío.

―Ratoncito, estás viéndome como si quisieras hacerme daño y a la vez subirte encima para cenarme.

―Estoy pensando en que eres la carne de mejor calidad en el mercado. Inalcanzable, exquisita y endemoniadamente tentadora. ―ronroneo con sinceridad, deleitándome ante la vista de mi enorme macho desnudo y expuesto para mi, con su corrida pintando su abdomen y mi mano y su polla descansando suavemente sobre su muslo.

Cuando termino de repasar su cuerpo y mis ojos ascienden por su pecho hasta su rostro, me encuentro con sus ojos ávidos y curiosos que miran acompañados de una sonrisa oscura y salvaje.

―Eres la única con el acceso para comprarme.

No respondo, no tengo mucha energía para hacerlo. Mi interior definitivamente prefiere mantenerse relajado y deleitarse con la vista el resto de nuestras vidas, no importa si el frío comienza a opacar el calor del momento o si el hambre o la sed comienzan a atacarme. Estar así es otro tipo de cosa indescriptible que disfruto hacer porque a veces siento que me quedo atónita por lo que tengo, y debo asegurarme de que no es solo un simple sueño.

―¿Sin energías para responderme, ratoncito? ―se burla, dándome un mordisco en el muslo que se posa sobre su pecho. Eso me saca una sonrisa, y si bien es cansada, le dedico mucho al pequeño movimiento porque verlo juguetón y risueño de repente se lo merece. Jamás pensé que algo me agotaría tanto, pero aquí estoy, habiendo cumplido un sueño húmedo que ni siquiera sabía que tenía, con el hombre mas sexy del planeta. Si tuviera fuerzas, me aplaudiría a mi misma.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora