Skyler Snow Thompson
Las horas después de ese episodio fueron difíciles de transitar. De vez en cuando, cuando el recuerdo parecía volver a atacarme, las lágrimas no dejaban de salir. Silenciosas, ocultas, mientras fingía que tardaba más en el baño para lavarme las manos en profundidad. Quería pensar que Donovan no se daba cuenta, pero era inteligente. Un bruto inteligente que me ayudaba a superarlo con caricias sutiles y hermosos besos. No sabia que era lo que necesitaba para calmarme hasta que me hizo acostar sobre su pecho, nos envolvió en las mantas y me acarició el cabello hasta que me quedé dormida.
Me levanté tres veces por la noche, exaltada, y él estuvo ahí para asegurarme de que todo estaba bien. Incluso envolvió mis muñecas sanas con unos paños de agua fría. No sabía si eso funcionaría para alejar a mis demonios, pero él estaba tan seguro que lo dejé hacerlo. No funcionó muy bien, hubo una última vez que me desperté, pero no lo notó. Roncaba tan profundo que dudaba que para ese momento pudiera levantarse si sonaba una bomba a unos metros. Lo dejé así, y recé para poder volver a dormir sin sufrir pesadillas de cualquier tipo.
Y por suerte, funcionó, y nos terminamos levantando muchas horas después, cuando el sol recién comenzaba a salir en el horizonte. Incluso antes de que las alarmas de mi celular empezaran a sonar.
Y mierda, moría de hambre.
―Quédate. ―susurra Donovan ante mi intento por desenvolverme para preparar nuestro desayuno. Sus brazos se aprietan aún más a mi alrededor, anclando mi cintura a su pecho mientras hago un intento por sostenerme con los brazos para verlo. Su rostro se ve deteriorado, como si su noche hubiera sido dura, y cuando abre los ojos noto las grandes ojeras que los envuelve.
Un pinchazo de dolor directo a mi corazón me hace saber que es mi culpa que se vea así, pero por la sonrisa que me regala, somnolienta y relajada, podría no ser importante para él no haber dormido como se debe.
No puedo evitarlo, le regalo una también mientras nos miramos un largo rato, sus iris del color de las tormentas me analizan, y puedo sentirlo como si fueran caricias. Quiero ronronear ante ello, pero su mano deslizándose desde mi cintura hasta uno de los globos de mi trasero me hace reír.
Entonces clava sus caderas con las mías y me hace sentir la dureza de su erección, la pequeña risa convirtiéndose inevitablemente en un gemido largo y profundo.
―Quédate. ―repite, esta vez un poco más profundo y salvaje. Ni siquiera me había dado cuenta de que había cerrado los ojos para saborear el momento hasta que los abro y me encuentro con los suyos brillando con lujuria perezosa.
―Uhm... Esta es una buena forma de incentivarme a hacerlo. ―suelto, mis caderas moviéndose contra su erección como si tuvieran vida propia. ―Pero tengo clases, nene.
Donovan se paraliza, su pesada mano deja de amasar mi culo y sus caderas detienen su roce contra mi pubis. Eso me alarma y hace que le frunza el ceño mientras analizo lo que sea que haya dicho mal.
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Furia ilegal
Romance~ESTE LIBRO CONTIENE ADVERTENCIAS DE CONTENIDO~ Intenso, feroz y jodidamente adictivo. "Un enorme luchador clandestino, el rey del hielo más temido de la universidad y el tipo más terrorífico del campus" Hay muchas palabras para describirlo. Es una...