C I N C U E N T A Y U N O. Estoy aquí para ti.

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

―Respira.

La suavidad con la que desliza sus dedos por mi cabello hace que mi cuerpo responda exactamente como lo desea. Mi respiración poco a poco se relaja, y aunque sus caricias me ayudan, escuchar sus propias inhalaciones con mi oído en su pecho me tranquilizan aún más. No puedo estimar cuánto tiempo hemos estado así, con mi cuerpo encima del suyo y su cariñosa forma de darme apoyo emocional con sus manos en cada parte de mi piel, pero no puedo fingir que no estaría así por el resto de mis días.

Estoy tan flácida, tan inerte, tan carente de todas las sensaciones que me invadían hace momentos que he llegado al punto en el que no siento... nada. Solo puedo escuchar su aliento, el sonido del viento que arrasa en esta fría noche mientras la luz de la luna hace un intento por iluminar nuestro alrededor. Pero por dentro... no hay nada. Un vacío que siempre he anhelado. Solitario, silencioso y tranquilo. Es como respirar y no tener pensamientos taladrando mi cerebro sin parar. Es como... libertad.

―Lo siento. ―susurro, el peso de lo que hicimos haciéndome consciente de lo mal que actué por impulso.

Su respuesta tarda en llegar, pero no miro hacia arriba ni me muevo. Su pecho y brazos me tienen enjaulada, y aunque quisiera, sé que él no me dejaria mover.

―No lo hagas.

―Siento haberte...

―No pidas disculpas. ―suena brusco, pero no igual que siempre. Es una brusquedad pasiva, cortante pero sutil. Esa misma que usa cuando quiere que las cosas me queden claras sin tener que volver a repetirse. ―Aquí estoy para lo que necesites. Lo que sea, cualquier cosa.

―Si, pero... tengo que explicarte... ―vuelvo a intentar, porque invadí su espacio, utilicé su cuerpo y lo obligué a cargar con un peso que no es de él. Me vio en uno de mis momentos más bajos mientras mis demonios invadían mis recuerdos y me hacían sentir como basura.

―No ―interrumpe, sus dedos deslizándose lentamente por las hebras enmarañadas de mi cabello ―No debes explicarme nada porque lo entendí todo, ratoncito.

Aspirando con lentitud, absorbo sus palabras. Él... entiende. Entiende sin necesidad de explicarle nada. No juzga, no se mete, y aun así ahí estuvo para mi... una y otra vez.

No sé cuánto tiempo nos quedamos abrazados, desnudos, envueltos en frazadas revueltas y extremidades enlazadas. Pero se siente como renacer, solo que esta vez... de una mejor forma. Me empapo de su calma, de esa forma empática de comprender todo lo que tiene que ver con mis alborotados sentimientos. Mis episodios son algo de lo que cualquiera se quejaría, pero Donovan solo me brinda todo lo que jamás pensé que necesitaba hasta que apareció en mi vida y me lo dio sin siquiera pedir nada a cambio.

¿Como... alguien puede pensar que es malo? Es una bestia feroz dentro de la jaula y parece que cada fibra de su enorme cuerpo se enfoca en desquitarse. Ni siquiera puedo jurar que es por el deseo de obtener la victoria, sino mas bien... arrancar su dolor a los golpes. Pero por fuera de La Cueva, no ha hecho nada de lo que poco a poco fui escuchando en la Universidad. No se mete con nadie, simplemente intimida con su presencia.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora