XXIV

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Le doy unos minutos para que se tranquilice, pero mi apetito se ha esfumado por el susto que me acaba de dar Meritxell. Creo que esta vez si me he pasado.

Mi celular comienza a vibrar, miro la pantalla y es mi madre. 

Un nudo en mi garganta me impide tragar con facilidad, el recuerdo de su rostro mientras quemaba mis juguetes cuando era apenas una niña, esas palabras tratando de ser cálida cuando acaba de matar a mis padres a sangre fría. 

Las lágrimas no tardan en humedecer mis ojos y nublarme la vista. Dejo el celular sobre la mesa y me abrazo a mi misma. 

Las imágenes comienzan a torturarme lentamente, una detrás de la otra, pero la que permanece por más tiempo es la de mis padres biológicos sobre el piso, uno envuelto en llamas y el otro en un charco de sangre, me veo a mi dándole mi peluche a mi madre para que la proteja mientras beso su frente, no pude hacerlo con mi padre porque me aterraba quemarme con esas llamas tan abrazadoras y ardientes. 

-¿No piensas responder? -me pregunta Meritxell entrando a la cocina 

-No -digo con una fina voz quebradiza 

-Ya van 10 llamadas perdidas, deberías de apagarlo si no vas a responder 

Tomo el celular con las manos temblorosas y la llamada de Jeannette entra, al leer su nombre me provoca un sentimiento que hace que empiece a llorar desgarradoramente. 

Mi hermana. 

No es mi hermana realmente. 

Jamás lo fue. 

-Dame eso -dice Meritxell con brusquedad mientras me lo arrebata y lo apaga sin contemplaciones -Ve hasta el final del pasillo, puerta de la derecha, te hará bien descansar 

-Estoy bien... -susurro apenas audible 

-Estás temblando, con las mejillas empapadas en lágrimas, tu cabello es un asco y ni siquiera puedes hablar bien -dice sin inmutarse -Ve a descansar, deja de ser tan testaruda 

-Me duele... -susurro

-¿Y que pretendes que haga?

-Ayúdame, ya no quiero pensar, no quiero torturarme más -le suplico mientras la miro -Por favor, por favor -le pido sin dejar de llorar 

-Tienes que enfrentarlo, asumirlo y aceptarlo 

-Por favor... 

Meritxell niega con la cabeza y hace un movimiento con sus manos mientras una sensación de paz se esparce por todo mi cuerpo y caigo en un profundo sueño tranquilizador. 


*** Narra Meritxell ***

Esta chica enserio no puede ser más frustrante, solo así dormida es como puedo soportarla. 

Me siento en la sala de mi casa una vez que recosté a Yaiza en mi cama, para que pudiera descansar. Me sorprende lo débil que puede llegar a ser, es tan frágil que me resulta estresante. 

Un aroma a rosas comienza a llamarme y sé que Varsha quiere hablar conmigo. Voy hasta el sótano e invoco su presencia con un sencillo conjuro que aprendí desde que tengo tres años. 

La espesa neblina azulada se forma en torbellino y veo la sombra imponente de Varsha. 

-¿Qué se supone qué estabas haciendo?

-Dejarla descansar 

-Tienes que hacer que tenga un enfrentamiento con su familia 

-¿Qué?

El demonio de pétalos de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora