XXXI

24 7 0
                                    

Otro intento fracasado y Jeannette recibe otro golpe que abre abruptamente su piel en cuanto entra en contacto el látigo incendiado por esas abrazadoras llamas azules.

Grito en desesperación y llena de furia mientras concentro más energía, con fuerza, firmeza y determinación. Logro posicionar las palmas de mis manos sobre la superficie firme del cristal, sintiéndome diferente, más poderosa.

Libero otro grito y descargo toda mi energía contra el cristal, sin miedo, sin detenerme a pensar en las consecuencias de desatarme, de ser causante del caos, el cristal termina estallando en miles de fragmentos a mi alrededor con un fuerte estruendo.

Corro por el césped fresco a toda velocidad para llegar hasta donde está mi hermana retorciéndose de dolor mientras deja escapar pequeños quejidos. 

-Tranquila, aquí estoy -le digo mientras un nudo en la garganta me prohíbe seguir hablando con claridad 

-Duele -llora de dolor entre mis brazos 

-Voy a curarte 

La miro a los ojos con detenimiento y puedo darme cuenta de que está suplicándome que termine con el dolor que tanto la atormenta, por lo que me veo obligada a apartar mi vista para poder concentrarme antes de que termine llorando junto con ella y provocar que mis emociones me impidan curarla por falta de concentración. 

No había nada peor en este mundo que ver a Jeannette sufriendo de esta manera, porque a pesar de no ser mi hermana de sangre, yo seguía sintiéndola como si lo fuera. 

Estoy por acercar mi mano a su herida más profunda cuando siento como algo me sujeta con brusquedad y fuerza de la muñeca, con un ardor que se enterraba y se adhería a mi piel. Me giro en dirección al dolor y es un rayo azul con chispeante energía que me impide hacer el más mínimo de los movimientos. 

-Suéltame -le exijo a Varsha con firmeza 

-¿Te crees que voy a permitir que la cures? -ríe con amargura pero sin dejar de sonar como una terrorífica y siniestra oscuridad que consume y destruye todo a su paso

-Varsha suéltame, tengo que curarla, destruí ese cristal que levantaste para probarme 

-No me es suficiente -dice con un tono malévolo y espeluznante -Tú no eres suficiente para Meritxell, solo eres una carga 

Hay un silencio entre nosotras y yo solo puedo escuchar dos cosas, la respiración y quejidos que salen de los labios de mi hermana y la otra que pertenece a mi corazón que golpea todos mis sentidos con fuerza.  

-Entonces me iré -le digo sin dudarlo  

-No puedes hacerlo ¿Recuerdas el pacto de sangre?

-Sí -digo sin aliento al recordar lo que juré en ese entonces

-Te daré tres días... solo tres días para que me demuestres lo mucho que te importa esta brujita amarilla insignificante -señala con desagrado al cuerpo que se revolcaba de dolor en mis brazos -Si en tres días no has logrado hacer que las rosas crezcan, si no has logrado aprender a disparar rayos y fuego blancos sobre un objeto en especifico y si no has logrado crear una alucinación, te juro que torturaré a Jeannette de las formas más espantosas, dolorosas y desgarradoras que jamás pensaste -sonríe con crueldad -No voy a esperar tu patético intento por ser buena, logras hacer todo eso en tres días o me aseguro de que Jeannette viva en carne propia lo que es estar peor que en el mismo infierno

-No vas a tocarle ni un solo pelo -le digo llena de rabia 

-¿Quien me lo va a impedir? ¿Tú? -dice con una sonrisa terrorífica 

-No vas a volver a lastimarla

-Eso dependerá absolutamente de ti

Un dolor en mi cabeza me obliga a cerrar los ojos y a sujetármela con fuerza. La punzada va creciendo, creciendo y creciendo hasta que me deja en el piso en una posición fetal con lágrimas queriendo escapar de mis ojos, liberando uno que otro grito por la presión.

<<Ni una palabra a Meritxell de esto o Jeannette se muere antes de cumplir los tres días>> dice la voz de Varsha en mi cabeza

Tres segundos después el dolor se va sin dejar el más mínimo rastro. Me levanto con cuidado de la posición fetal en la que estaba, las piernas me estaban tambaleando y no tardó mucho en empezar a arderme la muñeca, al analizarla un poco me di cuenta de que tenia marcada una ligera herida por el rayo azul que me arrojó Varsha para detenerme al momento de tratar de curar a Jeannette. 

Subo las escaleras con pesadez y con la presencia de un extraño miedo cubriéndome los hombros con firmeza. Apenas y podía respirar correctamente, cuando logre salir de ese aterrador sótano libere un grito del susto por ver a Meritxell parada del otro lado del pasillo con los brazos cruzados, la ceja alzada y mirada expectante. 

-Me asustaste -le digo con la voz temblorosa 

-¿Qué hacías allá abajo?

-Solo exploraba la casa, se me había ido el sueño 

Sonríe de lado y niega sutilmente la cabeza. 

-¿De verdad esperas que me trague ese cuento?

-No es nada 

-Bien -dice simplemente mientras camina y pasa por mi lado para entrar al sótano y asegurarse de que la puerta quedara bien cerrada 

Salgo de la casa aún temblorosa y me dejo caer sobre el césped helado, miré hacía el cielo y pude ver una de mis fases favoritas de la luna, cuarto menguante. 

A su alrededor hay miles de estrellas que brillan y existe un aire frío que está cubriendo el ambiente sombrío que le da la noche al bosque.  

La imagen de Jeannette siendo lastimada por Varsha provoca que unas lágrimas se acumulen en mis ojos, las limpio con rapidez y trato de controlarme. No necesito ponerme a llorar, lo que verdaderamente necesito es ponerme a trabajar en mis habilidades para ayudar a Meritxell con el conjuro, de esa manera obtengo la libertad de mi hermana y la libero de lo que puede llegar a ser la peor tortura de su vida. 

Entro a la cocina solo por unos minutos, buscando las semillas de las rosas que suele plantar Meritxell en el jardín principal. Por suerte no me fue muy difícil encontrarlas.

Con paso firme y sintiéndome más segura de que realmente podía llegar a hacerlo me detengo con determinación en el jardín y tomo la primera semilla del saco para arrojarla sobre el césped. 

Tomo tres respiraciones profundas, me agacho sobre mi rodilla y concentro energía sobre la palma de mis manos, las pongo con firmeza sobre la tierra y busco la conexión hasta la semilla, cuando la encuentro cierro mis ojos y dejo que el poder fluya por todo mi cuerpo. 

Abro los ojos sintiéndome completamente diferente, con una llama implacable que ardía con furia en ellos y le ordeno con firmeza a la rosa que crezca. 

El demonio de pétalos de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora