XLI

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¿Qué si estaba avergonzada?

Claro que estaba avergonzada, los padres de Jeannette, habían visto cada uno de mis recuerdos. Desde el primer día que seguí a Meritxell al bosque y donde me enteré que los brujos y la magia eran reales.

Ellos tenían sorpresa en sus miradas, casi incapaces de poder creerlo...

-Y eso es todo -les digo cuando mis pensamientos finalizan con los abrazos de está tarde

-Vaya -dice la mujer que me crio como si fuese su hija -Mi pequeña niña, haz pasado por muchísimas cosas tu sola -dice mientras se pone de pie y me abraza

-Lo siento... yo les juro que no sabía de que se trataba el conjuro

-No es tu culpa cariño -me tranquiliza mi papá adoptivo mientras toma una de mis manos entre las suyas -Te manipuló y estuvo jugando contigo, nada de esto es tu culpa

-Tampoco de ella -dice mi madre

Todos nos giramos inmediatamente hacia ella, con la evidente confusión en nuestros rostros de si realmente escuchamos bien o no.

-Varsha la utilizó a ella también, logró que la trajera a la vida para después desecharla y dejarla vulnerable

-Ella no se arrepiente -le digo en susurro

-Por supuesto que no querida, es un gran logro para ella, alcanzó todas las metas que Varsha le puso, ella cumplió con su parte sin detenerse a pensar en cual sería el resultado después... ella quería aprobación del ser supremo al que servía, la merecía, pero Varsha solo le dio una traición por la espalda

-No importa quien tiene la culpa, Meritxell fue quien manipuló a Yaiza y tendrá que pagar las consecuencias -dice Jeannette sumamente enojada

-Tenemos que terminar con Varsha - dice mi padre adoptivo con su semblante serio

-¿Y cómo hacemos eso? -pregunta Jeannette

-¿Haremos? -pregunta el papá con el ceño fruncido -Oh no jovencita, usted y Yaiza se quedarán aquí

-No, no puedes hacer eso

-Está no es su batalla

-Estamos más que involucradas en todo esto, ese maldito demonio poseyó a Yaiza, lo volvió muy personal

-Cariño no están preparadas para luchar contra un demonio -dice la madre de Jeannette mientras camina a su lado para abrazarla -Ustedes tienen que estar aquí a salvo

-No, yo puedo pelear

-No sabes como hacerlo -dice sutilmente su papá para tranquilizarla y no ofenderla -No tienes el entrenamiento suficiente

-Por favor, quiero venganza

Ambos padres se miran con miedo, porque la mirada determinante de Jeannette era algo que revelaba que jamás desistiría de la idea de luchar.

-No pueden enfrentarse a Varsha ninguno de ustedes -les digo

Todos me miran y me veo obligada a bajar la mirada.

-Varsha es poderosa, mortal y completamente indestructible, no importa cuan buenos sean luchando, no podrán contra ella

-¿Y qué propones?

-La única persona que conoce a Varsha es Meritxell, ella quizá pueda saber como destruirla...

-Ni de broma -dice Jeannette de mala gana -Jamás voy a dirigir palabra con ese ser tan despreciable

-Es nuestra opción -dice su papá -Ella sabe muchísimas cosas, estoy seguro de que sabe como acabar con ella sin problemas

-Si ella la trajo a la vida, puede quitársela para siempre

Todos nos quedamos en un silencio sepulcral que helaba los huesos y provocaba que el ambiente se volviera mucho más denso y espeso.

-Ella no va a aceptar jamás -dice Jeannette luego de un largo tiempo -Ella hizo todo esto, ¿Por qué querría terminar con su asombrosa azaña?

-Porque ella le quitó su poder -le digo mientras me encojo de hombros -Le quitó todo lo que le pertenecía, aquello que se ganó con esfuerzo desde que era una niña

-¿No dijiste que Varsha era su debilidad?

-Sí, pero si logramos convencerla de que no necesita su aprobación -dice la madre de Jeannette -De que ella es mejor que ese ser miserable que Varsha quiere que se sienta, lograremos vencerla

-¿Dónde está viviendo? -me pregunta mi padre

-Hacía el oeste, casi a las afueras del bosque más profundo, con una anciana... pero debemos darnos prisa, Meritxell sin nada porque luchar quizá llegue a quitarse la vida

Todos nos ponemos de pie al mismo tiempo y vamos enfilados hasta la camioneta, donde cada quien toma su lugar como en los viejos tiempos cuando éramos una familia completa, unida e indestructible.

Veo como otras personas que estaban fuera de mi casa suben a los otros carros y camionetas, cubriéndonos las espaldas y siguiéndonos de cerca.

Siento la mano de Jeannette sobre la mía, dándome fuerza para seguir adelante, la miro y me da una sonrisa cálida y llena de protección.

-Todo estará bien

-Espero que si

-Lo único que me tranquiliza es que Meritxell ya no podrá hacernos daño, sin sus poderes no podrá herirnos ni borrarnos la memoria otra vez

Y por primera vez sentí un lado diferente de Jeannette, ella realmente parecía satisfecha de que Meritxell hubiera perdido su poder. Hasta parecía que lo disfrutaba porque de alguna forma ahora ella era superior. 

Se que el odio puede transformar por completo a una persona, a veces me reusaba a creerlo, pero Jeannette es la viva imagen de que eso puede llegar a pasar.

Puedes pasar de ser una persona buena, caritativa, en contra de la violencia, que siempre cuida el bienestar de todos a una chica agresiva, que le da gusto las tragedias que les ocurre a sus enemigos, incluso llegar a burlarse de sus desgracias.

¿La culpaba?

No, realmente no lo hacía. Ella ha perdido muchas cosas, ha tenido que enfrentarse a adversidades que jamás imaginó...

***

Llegamos a la pequeña choza que estaba construida con esmero por hojas de palmera ya secas, así como bambú para las paredes y puertas.

Algo que me gustaba es que a pesar de verse débil por fuera, realmente era resistente y soportaba las adversidades.

Quizá suene ridículo pero yo podía identificarme con esa pequeña choza.

-Debería ir yo -les digo tratando de que mi voz no revele el nerviosismo interior que se expande por todo mi ser sin contemplaciones

-¿Segura que puedes hacerlo? -pregunta mi mamá preocupada mientras me mira desde el sillón delantero

-Sí -le digo con determinación

-Estaremos detrás de ti, no te preocupes

-Meritxell no va a dañarme

-Claro que no, ya no tiene poderes -la ataca Jeannette

-Incluso aunque los tuviera -le digo molesta -Ella jamás me haría daño, al menos no físicamente

Salgo del auto y camino con determinación hasta la choza.

El demonio de pétalos de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora