El demonio de pétalos de rosa

LVIII

*** Narra Meritxell ***

Veo que el cuerpo de Kai cae inerte sobre la tierra y respiro con dificultad. Debo admitir que esta maldita desgraciada si era poderosa y un digno oponente considerando que era un rango mayor al mío. 

-Lo logramos -escucho a Yaiza que no tarda en saltarme encima y abrazarme con fuerza 

-Sí -digo sin aliento 

-¿Estás bien? -me pregunta preocupada 

-No estaba respirando pero si, ya estoy bien, actuaste rápido bien hecho 

Ella sonríe y me siento bien por darle seguridad, porque es lo que necesito, la verdadera batalla está por venir. 

Miro a mi alrededor y solo quedamos los padres apestosos, Yaiza, Jeannette y yo.

-¿Qué pasó con el resto? -les pregunto con el ceño fruncido 

-Han muerto 

-Después de todo no estaba tan equivocada -digo al predecir que justamente esto pasaría, todos murieron antes de poner un pie en el castillo de la Rosa

-¿Y ahora qué?

-Sigue protegernos de las llamas que van a estar cubriendo el castillo de Varsha -le digo 

-¿Qué?

-Todo el castillo de Varsha va a estar cubierto de llamas azules, tenemos que hacer un conjuro de protección o moriremos incluso antes de ver a Varsha frente a frente

-Haremos lo que nos digas -dice el padre de Yaiza 

-Me gusta esa confianza -le digo con una sonrisa malévola

Camino hasta el cadáver de Kai y saco de un solo tirón la daga de mis padres. La sangre escurre por ella sin detenimientos, la sujeto con firmeza y me la entierro en la palma de la mano atravesándola por completo, dejando que mi sangre se mezcle con la de Kai, ya que es una portadora del don que Varsha le ha otorgado, o sea, que es una puerta directa para conectar con ella. 

Saco la daga y curo mi palma con la magia de sanación. 

-¿Quien sigue? -les digo con una sonrisa escalofriante y llena de diversión por enterrarles una daga sin contemplaciones

-¿No estas hablando enserio verdad? -me pregunta Jeannette

-Me sigue sorprendiendo como es que sigues viva -le digo con odio 

-Voy yo -dice Yaiza mientras camina a mi lado y me tiende su palma 

Entierro la daga en Kai manchando la daga con su sangre nuevamente y después perforo la palma de la mano de Yaiza, quien libera un grito tan atroz que me deja aturdida de ambos oídos. 

Saco la daga de un jalón y la curo en cuestión de segundos. 

-Nunca dijiste que dolía así -me acusa 

-Es que aún no aprendes que el dolor y yo somos uno mismo, es tu culpa por asumir que no dolía porque no me vieras sufriendo 

-Odio como aguantas el dolor

Sonrío divertida por su envidia y vuelvo a enterrar la daga en el cadáver de Kai. 

-¿Quién sigue? No tengo todo el día

Jeannette se acerca y extiende su mano. 

-Hago un hechizo para que no grite y termine reventándome los tímpanos como Yaiza, pero Jeannette es mucho más débil para el dolor de lo que creí y termina desmayándose en cuanto se hace presente

-Por favor, esto tiene que ser una jodida broma -digo con frustración -Ni siquiera Yaiza se desmayó 

Los padres corren a tratar de reanimarla, mientras saco la daga de su mano y curo su herida. 

-Ella puede encargarse de eso, ven aquí que terminaran con la poca paciencia que me queda -le digo a Beaufort

El cual obedece y solo libera un quejido de dolor cuando entierro la daga. 

-Casi sorprendente -me burlo de él

-Lo que sea -dice molesto y eso me divierte

-Sigues tu 

Fairuz hace un hechizo a ella misma para no emitir sonido alguno, pero no fue capaz de evitar llorar derramando lágrimas por un buen rato. 

-Tengo que dejarles algo en claro -les digo a los cuatro que estaban consientes ya y sin dolor, solo un ligero cosquilleo en la palma que fue atravesada -Este conjuro evitara que las llamas azules que recubren el castillo nos hagan daño... pero no nos protegerá del fuego que nos lance directamente Varsha 

-¿Por qué no? -pregunta Jeannette molesta 

-Porque así no funciona la magia, no complace las exigencias de todos -le digo de mala gana -Además ni siquiera se como sigues viva enserio, te juro que no me lo puedo explicar 

-No soy tan débil como crees 

-No, si lo eres, solo has tenido suerte 

Me regala una mirada de odio y yo sonrío con arrogancia. 

-Hora de irnos, hora de la verdadera batalla 

Caminamos con firmeza, con cuidado y con los sentidos agudizados.

A lo lejos empiezo a ver el gran castillo de la Rosa, cubierto con abrazadoras flamas azules, tan letales como sublimes. Todas gritando acércate que quiero carbonizarte. 

-¿Seguros que quieren continuar? Es la última vez que lo preguntaré

-Sí -dice Yaiza sin dudarlo

-Sí -dicen la madre y el padre de las niñas temerosas al mismo tiempo

-No me queda de otra, así que sí

-Siempre hay otra opción Jeannette y una vez que entres ahí no habrá vuelta atrás, nadie será responsable de tu muerte más que tu misma, porque eres tú quien está decidiendo entrar

-Lo haré, estoy lista

-No me convenciste pero es tu problema

Camino y siento la barrera que rodea todo el castillo como protección, era una distinta al muro que pusimos Yaiza y yo cuando la trajimos a la vida con el conjuro, pero no era nada que no pudiéramos derrumbar.

-Todos, necesito que concentren su energía y rompan esta barrera como el ejercicio de romper los cristales invisibles

Todos nos ponemos en posición y liberamos un grito mientras descargamos toda nuestra energía en el campo de fuerza, comenzamos ejercer presión y veo como empieza a debilitarse.

-No se rindan -les exijo con firmeza

Todos sacamos nuestro mayor poder y la barrera se revienta en miles y millones de pedazos quedando completamente destruida e inservible.

-No se separen a menos que quieran morir

Entro al castillo comprobando que las llamas no me queman la piel que entra en contacto con ellas y lo que veo una vez que entro al vestíbulo me deja sin aliento, todas las paredes y el piso están llenos de llamas azules.

-Se debe estar regocijando con su obra de arte -digo para mi misma en voz alta -Una verdadera pena

Empiezo a subir las escaleras con paso firme sin detenerme a pensar en lo que me espera, porque se perfectamente lo que es.

Mi propia destrucción.