XLII

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Cuando estaba a punto de tocar en la pequeña puerta de bambú, la anciana que cuidaba de Meritxell cuando estaba inconsciente abre y me mira sin una sola pizca de sorpresa.

-Por fin llegas

-¿Qué?

-¿Vienes a buscar a Meritxell no es así?

-Sí ¿En donde está?

-En el bosque, probablemente matándose

-¡¿QUÉ?! -grito sin aliento

-Probablemente te queden dos minutos

Salgo corriendo al bosque, con mis piernas dándolo todo, una detrás de la otra mientras el aire fresco me golpea el rostro con violencia.

-¡MERITXELL! -grito desesperada -¡¿DÓNDE ESTÁS?! ¡MERITXELL! ¡RESPONDE!

Pero no recibía respuesta, lo cual me alteraba cada vez más, cada silencio absoluto viene después de un accidente o tragedia. 

Sigo corriendo adentrándome en bosque.

-¡MERITXELL NO LO HAGAS! ¡POR FAVOR!

Mi desesperación va en aumento con cada segundo que pasa.

Piensa Yaiza, piensa, piensa, piensa.

Una idea viene a mi cabeza, no estoy segura de que funcione, ni siquiera sé si esto podría llegar a funcionar. Pero tengo que intentarlo.

Tomo tres respiraciones profundas mientras cierro mis ojos, me pongo de rodillas y concentro mi energía en las manos, las conecto con la tierra y abro mis ojos encendiendo la llama blanca en ellos.

-Muéstrame el camino hacía Meritxell -ordeno con voz firme y siento como la energía corre entre la tierra

-¿Qué estás haciendo? -me dice Jeannette

Pero no respondo, sigo concentrada en encontrarla.

Después de cinco segundos la encuentro, siento la energía acumularse hacia el norte. Me levanto y empiezo a correr a toda velocidad sin perder un segundo más.

A lo lejos veo a Meritxell enterrándose una daga en el abdomen con fuerza, mientras cae de rodillas.

Corro a toda velocidad y la sujeto antes de que se desplome en el suelo.

-¿Qué haces aquí? -susurra apenas audible

-Tranquila, aquí estoy, tranquila

-Vete... déjame sola

-No, aquí estoy, no estás sola

-Maldita seas Yaiza, maldito sea tu sentimiento de protección y ese sentimiento de sentir que me debes algo

Tomo la daga de su abdomen y la saco, un chorro de sangre comienza a salir de su cuerpo y escucho un grito contenido en su garganta.

-Tranquila, voy a curarte

-No te atrevas -me dice con las lágrimas en sus ojos mientras su cuerpo se pone pálido

No la escucho y comienzo con la magia de sanación, las lágrimas corrían por mis mejillas por el sufrimiento de verla así, tan destruida, sin propósitos de vida, con ganas de terminar con ella misma.

Cuando termino la miro y veo que se ha quedado dormida, con una respiración sutil y su rostro completamente tranquilo. 

Miro a mi alrededor y veo a mi hermana y a mis padres mirándome fijamente. 

-Yo... no podía dejarla morir, sé que es egoísta pero... -la voz se me quiebra 

Mi mamá se acerca y me abraza con fuerza, me aferro a ella y entonces libero un sentimiento que ni siquiera sabía que estaba conteniendo. Las lágrimas se desbordan con rapidez por mis ojos empapando por completo mis mejillas junto con la blusa de mi mamá. 

El demonio de pétalos de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora