Nia baja por la cuesta de la zona de la Latina, en Madrid, caminando ve ha romi que sube por la misma acera, con ocho perros pequeños, sujetos ha su mano derecha con correas todos son de color blanco, la mujer se tapo la boca con la mano pensando me trae ocho perros preciosos nunca vi algo tan especial, que bonitos son para mi, le pedí uno
Llegando a su altura
Nia: Oguines que haces por aqui, me has traído ocho perros, hay que bonitos que bonitos, son para mi
Romi: No, nia no son para ti
Nia: Como que no son para mi, dame uno solo uno
Romi: No, son perros, nia no son perros
Nia: Que dices, los estoy mirando son perros Oguines, son perros
Romi: No, son perros, nia pero yo tengo uno guardado para ti, no ahora ya te lo doy
Nia: Ya me las pagaras Oguines, te llevas los ocho perros
Romi: Te he dicho, que no son perros, tu que haces por aqui
La agarro del carrillo de su bonita cara, con la mano izquierda contesta
(No, contesto, con enfado)
Romi: No, me escuchas, no son perros
Nia: Primero me acaricias y después me arañas, esta bien ya me las pagaras, todas juntas
Romi: Tengo mucha prisa, tengo que seguir con esto
Romi siguió caminando, tal y como el anda muy rápido con los ocho perros, sujetos ha su mano
Nia volvió la cara al minuto, para ver como se alejaba con los preciosos perros, muy enfadada
Le vio de espalda ha romi, lo que lleva ha su lado son ocho niños, vestidos de blanco sobre dos años cada uno de ellos, todos se sujetan ha unas correas y se agarran entre el pantalón y la chaqueta de romi
Nia: Dios mío, lleva razón Oguines, son niños
Corrio la señora para ayudar ha romi, llegada ha la esquina, ya no estaba se esfumo, romi y sus ángeles
Posdata. Nia se enfado, por que ha romi le abrazan ocho ángeles, ha mi no dijo, la mujer