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El mismo día que el mensaje de Edith Prior salió a la luz, la gente se movilizó dispuestos a cruzar la muralla. Pero los planes de Evelyn, la madre de Cuatro, eran otros. Mandó a sus soldados a sellar las puertas para que nadie saliera de Chicago, escondiéndose tras el argumento de que no tenemos ni idea de lo que nos tienen preparado allí fuera. Ahora ella ha tomado el liderazgo de la ciudad, después de haber matado a Jeanine.

El nuevo régimen lleva instaurado poco tiempo, pero ninguno de nosotros está de acuerdo en cómo actua la madre de Cuatro, está siguiendo los mismos pasos que la bruja rubia. A pesar de no tener la mejor relación, Tobías intentará hablar con ella para hacerla entrar en razón, cruzo los dedos para que eso sea posible.

La sede de los abandonados se ha convertido en un ir y venir de gente de todas las facciones, ahora esta es la sede general, donde los diferentes líderes se reúnen y hacen las leyes. Me encuentro de pie entre la furiosa multitud, acaban de traer a Max para juzgarlo. Las celdas están abarrotadas, los guardias de Jeanine y los que eran fieles a su ideología han acabado ocupando las, entre ellos Caleb por traidor.

–Nos encontramos ante una situación nueva– comienza a decir Kang haciendo que todo el mundo guarde silencio –He dedicado mi vida a buscar la verdad, pero con Jeanine no super verla. Y por eso, pido perdón humildemente–

Gran parte de la multitud comienza a aplaudir y vitorear al líder de Verdad. Christina que está a mi lado, me mira rodando los ojos, aunque no pueda mentir, sabe que Kang lo hace por quedar bien. Busco con la mirada a Tris, ella se niega a formar parte del grupo de líderes aunque tiene un puesto asegurado después de haber abierto la caja. Intenté hacerla entrar en razón, ya que los Divergentes también nos merecemos tener voz, pero ella se niega.

–Que comiencen los juicios– dice de repente Evelyn –Que se haga justicia–

Los gritos vuelven a cruzar el aire, todos los presentes alzan el puño alabando la idea de que los juicios den comienzo. Yo me limito a quedarme cruzada de brazos, mientras observo el panorama. Le inyectan el suero de la verdad a Max, el que hace no mucho era uno de los líderes de Osadía. Kang le hace una única pregunta, sencilla y directa.

–¿Justificas los exterminios para apoyar su régimen?– cuestiona el líder de Verdad.

–Por supuesto– dice Max sin dudarlo, trata de resistirse al suero, pero no puede –Las personas son ovejas, necesitan un pastor que las guíe y cuando se resisten, las matas–

Aprieto la mandíbula al escuchar sus palabras, me dan ganas de agarrar una pistola y meterle una bala entre ceja y ceja. La multitud enloquece, comienzan a gritar que nosotros deberíamos matarle a él, que se lo merece y no los culpo por querer hacerlo. Pero algunos de los presentes se niegan a tal atrocidad y piden a gritos que mostremos compasión, cosa que nos divide aún más de lo que ya estábamos. Le doy una mirada rápida a Cuatro que está sobre la tarima junto a los demás líderes, él parece pensar lo mismo que yo, esto puede salirse de control en cualquier momento.

–Jeanine está muerta, no mantengamos su espíritu vivo– pide Joana, pero ni eso calma a la multitud.

Kang se acerca hasta la madre de Cuatro y le dice algo, la mujer se muestra indiferente ante tal alboroto. Cuando da un paso al frente, deja claro que se debe a los deseos del pueblo, dice que es hora de romper con el pasado. El chico de la cabeza rapada con el que tuvimos aquel encontronazo en el tren, le tiende a Cuatro una pistola, pero este no se mueve de su sitio y ni siquiera mira el arma. Obligado a hacerlo él, acorta la distancia y se coloca tras Max apuntando la pistola a su cabeza.

–No quiero morir– suplica el hombre de tez morena.

–Tampoco lo querían tus ovejas– se limita a decir Evelyn.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora