Explorando todo el Complejo, dimos con una sala repleta de libros y como no, yo tenía que estrenarla. El rubio me dejó hace una media hora, lo vi dibujar mientras yo tenía mi nariz metida en uno de los tantos libros que tengo apilados frente a mí. Una vez se cansó, me dijo que iría a la habitación a ver qué se cocía por allí. Así que me he quedado completamente sola, rodeada de cientos de libros, el sueño de cualquier lectora.
Mi lectura se ve interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose de golpe. Un Caleb emocionado y algo apresurado se abre paso entre algunos de los estantes y se dirige hacia una zona concreta, creo que son archivos de los experimentos, algo que no he querido tocar cuando he entrado aquí.Tris me sorprende cuando entra y lo sigue de cerca mientras su querido hermano recorre los estantes, pasando los dedos por los lomos de los libros. De repente saca uno de los volúmenes y lo deja caer sobre la mesa más cercana, ni siquiera se han dado cuenta de mi presencia.
–¿Por qué no lo guardan en los ordenadores?– pregunta mi amiga.
–Supongo que esto es anterior al desarrollo de un sistema de seguridad sofisticado en su red– responde Caleb sin levantar la vista del libro –Los datos nunca desaparecen del todo, pero el papel sí se destruye para siempre, de modo que es posible librarse de esto si no quieres que la gente equivocada le ponga las manos encima. A veces es más seguro tenerlo todo impreso–
Cierro el libro que tengo entre manos y me levanto dispuesta a dejar la sala para darles privacidad, si Tris ha accedido a seguir a su hermano, debe ser algo importante. Sin querer uno de los libros que llevo se me cae, haciendo un ruido espantoso. Veo a mi amiga asomarse por la esquina del estante, parece sorprendida.
–Siento molestar, ya me iba– digo rápidamente agarrando el libro del suelo.
–No, quédate– dice la rubia con tono de súplica –Por favor–
Asiento levemente y me acerco hacia donde están, se nota a leguas que Tris está tensa teniendo que lidiar con Caleb, un poco de ayuda no le vendrá mal. Al principio su hermano no me da una buena mirada, aunque es comprensible, me tiene algo de pavor después de todo. Pero finalmente suspira y vuelve a meterse de lleno en el libro.
Sus ojos verdes se mueven de un lado a otro, buscando el lugar correcto, mientras sus dedos vuelven las páginas.
–Ah, aquí– dice, señalando una de las páginas.
Parece la copia de un contrato, pero está escrito a mano con tinta:
»Yo, Amanda Marie Ritter, de Peoria (Illinois), doy mi consentimiento para someterme a los siguientes procedimientos:
El procedimiento de “curación genética”, definido por el Departamento de Bienestar Genético como un “procedimiento de ingeniería genética diseñado para corregir los genes clasificados como defectuosos" en la página tres de este formulario.
El “procedimiento de reinicio”, definido por el Departamento de Bienestar Genético como un “procedimiento de borrado de memoria diseñado para que los participantes en los experimentos resulten más adecuados para los mismos”
Por la presente declaro que un miembro del Departamento de Bienestar Genético me ha informado exhaustivamente sobre los riesgos y beneficios de estos procedimientos. Entiendo que esto significa que el Departamento me proporcionará una historia nueva y una nueva identidad, para después introducirme en el experimento de Chicago (Illinois), donde permaneceré durante el resto de mis días.
Acepto reproducirme al menos dos veces para ofrecer a mis genes corregidos todas las oportunidades de supervivencia posibles. Entiendo que se me animará a hacerlo cuando me reeduquen, después del procedimiento de reinicio.
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...