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Los ronquidos de uno de los osados que está más cerca no me dejan dormir. Sé que lo de dormir todos juntos en el pozo es por seguridad, pero no me hace especial gracia. Sin embargo, el rubio duerme a pierna suelta a mi lado, sin importarle nada. Su brazo se ha aferrado a mí hace unos minutos y yo no he podido evitar admirarlo mientras duerme. Quizás está mal que lo diga yo, ya que es mi casi algo, pero es bastante guapo y los piercings y tatuajes le quedan muy bien.

Aparto mi mirada de él antes de ponerme más tonta de la cuenta, además, no quiero incomodarlo, sería raro despertarse y ver que alguien te está viendo fijamente. Miro hacia la cama de Cuatro y Tris, cada uno está en una punta, manteniendo una distancia prudente el uno del otro, algo para nada normal. Sé que han tenido alguna que otra discusión porque Cuatro cree que mi amiga no tiene aprecio por su vida y se arriesga demasiado, pero me da la sensación de que ha sucedido algo más esta noche.

Durante la cena, la rubia y Cuatro han desaparecido y hasta hace una hora no han llegado. Lo más raro es que primero ha entrado en el pozo Tris, quien venía no muy contenta. Unos minutos después ha llegado Cuatro, más serio de lo normal, si eso es posible. Me he hecho la dormida y he decido darles su espacio, mañana ya me enteraré de qué ha sucedido, Tris necesitará desahogarse.

Un movimiento por el rabillo del ojo llama mi atención, al mirar hacia los pies de la cama veo a una Christina muy asustada.

–¿Qué sucede?– pregunto bajito para no despertar a los demás.

–Tienes que venir conmigo– me apremia mi mejor amiga –¡Rápido!–

Aparto el brazo de Eric con suavidad para no despertarlo y cuando tengo vía libre salto de la cama. No me da tiempo ni a calzarme las botas cuando Chris tira de mi brazo y me arrastra fuera del pozo, en dirección al ascensor.

–¡Esperad!– la voz de Tris se hace presente.

La rubia corre en nuestra dirección, también descalza, y entra en el ascensor antes de que las puertas se cierren. Al parecer ella tampoco podía dormir y ha visto como Christina me sacaba de la cama.

–Christina, me estás asustando– comenta Tris mirando a la recién nombrada –¿Qué pasa?–

–No lo sé, he escuchado a una chica decir algo de los Divergentes, la he seguido y...– su voz se entrecorta, no puede ni hablar de lo nerviosa que está.

El ascensor asciende rápidamente y cuando se detiene, me doy cuenta de que estamos en la planta más alta del edificio, la azotea. Salimos de la caja metálica y mi mejor amiga nos apremia para que subamos los pocos peldaños que nos separan de la puerta que da al exterior. En cuanto pongo un pie fuera, me estremezco, y no solo por lo que refresca el aire a estas horas.

Frente a nosotros, subidos a la cornisa del edificio, hay tres siluetas. La luz de la luna me ayuda a ver con claridad el rostro de Marlene y Héctor, a la niña que está junto a ellos no la conozco.

–He intentado hablar con ellos, pero parecen estar en una simulación– murmura Christina.

–No podemos arriesgarnos a abalanzarnos contra ellos y que caigan hacia atrás– opino evaluando la situación.

–Tenemos que acercarnos y esperar la oportunidad– añade Tris de acuerdo conmigo.

Asiento levemente, ella se acerca hacia Mar, quien tiene la mirada vacía, pero parece observarnos. Yo me posiciono junto a Héctor, Lynn no se perdonaría perder a su hermano. Y Christina se pone junto a la niña de unos ocho años, es muy pequeña para vivir esto.

De repente, el silencio se ve opacado por las voces de las tres víctimas de la simulación:

–Las traidoras Eris Hiddleston y Tris Prior deben ser entregadas a Erudición o cada día habrá más muertes– dicen los tres al unísono como si fueran máquinas.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora