Quizás me haya dormido unos minutos mientras recorríamos las destrozadas carreteras tratando de cruzar el límite osado. Una vez fuera, los camiones se detienen y Jack me espabila para que baje. El mundo del otro lado está lleno de carreteras, edificios oscuros y tendidos eléctricos derribados. Hasta donde alcanzo a ver no hay vida, no hay movimiento, ni sonido, salvo el viento y nuestras pisadas. Por un breve lapso de tiempo las palabras de Zeke resuenan en mi cabeza:
"A lo mejor están todos muertos"
Pero me niego a creer que después de ser un experimento, nos abandonaran a nuestra suerte y murieran aquí fuera.
Robert y Johanna se despiden y vuelven a los camiones, ellos han cumplido su parte, tienen que volver a la ciudad. Observo como ambos camiones se alejan en dirección contraria y suspiro.
–¿Qué hacemos ahora?– pregunta Uriah mirándonos a cada uno de los presentes.
–Seguir las vías– responde Tris por lo bajo.
Y eso hacemos durante un buen rato: Tobías, Eric, Peter, Caleb, Cara, Uriah, Jack, Tris, Christina y yo. Contando con una persona menos después de la muerte de Tori.
Las vías de tren no son como las de la ciudad. Estas están relucientes y suaves y, en vez de tablas perpendiculares a ellas, hay láminas de un metal con relieve. Más adelante hay uno de los trenes que circulan por ellas, abandonado junto al muro. Chapado en metal por arriba y por delante, como un espejo, con ventanas tintadas en los laterales. Cuando pasamos cerca de él veo que dentro hay filas de bancos con cojines granates, supongo que la gente no tendría que saltar para entrar o salir de estos trenes.
Todos vamos en silencio, nadie habla mucho, salvo para señalar algo nuevo, un cartel, un edificio o una pista de cómo era este mundo cuando había gente en él. Lo más interesante son los muros de hormigón, están cubiertos de extraños dibujos de gente que apenas parece gente; o de botellas con champú, acondicionador, vitamina o sustancias desconocidas. Hay ciertas palabras que no entiendo, como "vodka", "Coca cola" o "bebida energética". Sin duda los colores tan llamativos y formas de las letras nos tienen embaucados a todos.
–¿Oís eso?– la voz de Cuatro hace que me detenga y le preste atención.
Trato de agudizar mi oído y comienzo a captar los diferentes sonidos, entre ellos a nuestros compañeros susurrando y nuestras pisadas. Pero en cuanto Tris manda a todo el mundo a guardar silencio, consigo escuchar la vibración de lo que parece ser un motor. Todo el grupo se reúne en el centro de las vías, y en cuanto Peter saca el arma, yo y imito su acción, apuntando al frente.
Algo aparece por la curva que hay más adelante: un camión negro enorme con la parte de atrás cubierta. El camión da tumbos sobre las vías y se detiene a unos metros de nosotros. El conductor tiene la piel oscura y el pelo largo recogido en un moño.
–Dios– susurra Tobías en shock, aunque no entiendo muy bien el porqué de esa reacción.
–Es imposible...– murmura a mis espaldas Jack.
Del asiento del copiloto sale una mujer de la edad de Johanna, tienen la piel cubierta de pecas y el pelo tan oscuro como el mío. Salta del camión y levanta las manos para que veamos que no lleva ningún arma.
–Hola– saluda algo nerviosa –Me llamo Zoe. Este es Amar–
Señala con la cabeza al conductor que también ha salido del camión.
–Amar está muerto– dice Cuatro haciéndome fruncir el ceño.
–No, no estoy muerto. Vamos, Cuatro– comenta el hombre confundiendo nos a todos los presentes.
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...