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Tras el viaje en avión de ayer y la adrenalina del momento, puedo decir que todos caímos rendidos en cuanto tocamos las sábanas de nuestros catres. Es por eso que hoy hemos amanecido más tarde de lo normal, a eso de las diez. Aquí no hay mucho que hacer, no nos mandan tareas y no tenemos que pelear por sobrevivir. Puede que hasta eche de menos estar dentro de Ciudad.

Me encuentro sentada con Eric en mi cama, esta noche ha dormido abrazado a mí. Si no fuera por sus pintas de tipo duro, cualquiera lo confundiría con un osito de peluche adorable. Mientras él está recargado sobre la pared, yo tengo mi espalda apoyada en su pecho. Sus dedos juegan con mi pelo, dejándome en un estado de relajación absoluto, es mi debilidad.

De repente los altavoces de la habitación anuncian un “Simulacro de ataque”, la voz de la mujer resuena varias veces avisándonos. Miro con el ceño fruncido al rubio que se encoje de hombros y luego examino la sala. Todos están igual de confundidos que yo.

–El simulacro comenzará a la hora en punto– avisa la mujer de los altavoces.

Inevitablemente miro hacia la cama de Christina, no sé dónde diantres está, ha salido hace un buen rato acompañada de Uriah. Según dijeron ayer, querían explorar este sitio y descubrir cada rincón, la curiosidad los habrá llevado de excursión. Caleb tampoco está, pero no me sorprende, se pierde durante todo el día en los libros que le dan y nunca sabemos dónde se mete, quizás tengan una biblioteca por aquí.

Una estridente alarma comienza a sonar a la hora en punto. Mi primera reacción ha sido taparme los oídos sobresaltada, pero después de un rato he descubierto que tampoco es tan molesta. Observo a Cuatro cerrar puertas y ventanas, echando las cortinas y todo. Peter está en su cama sentado, apoyado contra la pared cerrando los ojos. Cara sin embargo utiliza su almohada para amortiguar el sonido, no parece gustarle.

Me remuevo entre los brazos del rubio, quién me estrecha más contra él, siento su aliento chocando contra mi pelo. Una idea se me pasa por la mente, le hago una señal hacia la mesita que tenemos a un lado y él enseguida me entiende. Eric agarra la tableta donde están los documentos de mi familia y me la entrega. La enciendo y entro en las Crónicas de mi abuela y mi madre, dispuesta a seguir descubriendo más de ellas.

»El primer contacto con la ciudad ha sido más agradable de lo que pensaba, aquí dentro tienen todo organizado a su manera y parecen llevarlo bien. He tenido que infiltrarme en Osadía, midiendo mi personalidad es la facción en la que más encajaba. Además, en Erudición se darían cuenta si apareciera una mujer de mediana edad de la nada.

Los primeros días han sido duros, hasta que me he construido una vida ficticia aquí. He usado mis métodos para abrirme paso en la jerarquía y me han dado trabajo en la sala de control. Desde ahí puedo observar las cámaras distribuidas por toda la ciudad, sobre todo las que vigilan el sector erudito.

...

Ya han pasado varios meses desde mi infiltración en Chicago. David no está contento con mis últimos informes, dice que desde Osadía no puedo acabar con el asesino que hay en Erudición, tampoco sé mucho del tema. Tengo órdenes de esperar a que manden a otra persona, seguramente sea más joven, alguien que dentro de un año pueda hacer la prueba de aptitud y pueda cambiarse legalmente a Erudición sin llamar mucho la atención.

Solo espero que haber entrado aquí merezca la pena después de todo.«

Suelto un suspiro al terminar de leer la siguiente entrada, mi abuela hizo todo por seguir las órdenes de su marido y aún así, no sirvió de nada. Lo que más me duele ahora mismo es la ignorancia de la nana, ella no se imaginaba que su propia hija fuera a ser mandada dentro de la ciudad.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora