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Mi amiga está en completo silencio, observando la ciudad desde la ventana. Mientras tanto, yo estoy sentada en el banco con la cabeza apoyada en la pared que tengo detrás, replanteandome una y otra vez la locura que hemos cometido. Todo esto está siendo muy difícil para ambas. Solo espero que Eric y Christina me perdonen por abandonarlos así, pero deben entender que al final, es por el bien de todos.

La puerta de la celda se abre obligándome a mirar en esa dirección, es Peter quien entra con aire majestuoso luciendo su uniforme. No puedo ni describir la repulsión que siento al verlo, tenía que haberlo matado aquel día en el pozo, frente a media Osadía.

–Vaya, reconozco que estoy impresionado– comenta el muy capullo mirándonos a ambas –Sabía que eraís tontas, pero no que lo bastante tontas para venir hasta aquí y entregaros–

–No le podemos pedir a alguien que solo piensa en sí mismo que entienda nuestra decisión– explico lo más serena posible.

–Las muertes deben parar– dice Tris por primera vez, girándose para enfrentarlo.

–Bueno, puedes sacar a la chica de Abnegación, pero no a Abnegación de la chica– reflexiona él mirando a la rubia –Andando–

Nos apremia para que nos pongamos de pie y nos empuja fuera de la celda donde nos vemos obligadas a andar, ya que nos está apuntando con su arma. Cruzamos un pasillo pequeño que da hasta dos grandes puertas que se abren enseguida. Miro todo a mi alrededor, estamos en una sala con grandes cristaleras y una caja extraña en medio. La rubia pregunta que es todo esto y Peter nos dice que es la razón por la que estamos aquí. Observo la caja detenidamente, tiene los símbolos de cada facción, algo que resulta extraño.

–Debéis abrir esta caja– comenta Peter tras un rato de silencio –La única forma de abrirla es superando las simulaciones de las cinco facciones, pero todos los que lo han intentado hasta ahora han muerto–

Lo que dice me deja helada, Eric decia la verdad, han muerto muchos Divergentes intentando complacer a Jeanine. Hablando de la susodicha, su voz se escucha tras nosotras, así que me giro hacia los ventanales y la veo allí parada mirándonos con incredulidad.

–Que seáis alguna de vosotras casi va en contra de las leyes de probabilidad– comenta la mujer.

–Casi tan asombroso como a toda la gente que has matado– le reprocha Tris enfrentándola.

–En tiempos difíciles se requieren medidas extremas– se excusa Jeanine mientras frota su mano vendada.

–Esa flecha debería haber ido a tu corazón– escupo con odio golpeando el cristal.

Siento como Peter se acerca por detrás y apoya el arma en mi nuca, así que retrocedo y trato de contenerme. Aunque sé que no me van a matar hasta que no intente abrir el cubo, no puedo perder los estribos.

–Empezaremos con Eris, parece tener ganas de guerra– comenta Jeanine –Ponte sobre el círculo, por favor–

Antes de poder dar un paso, Tris golpea a Peter y le quita el arma. Aún apuntando lo y con intenciones de matarle, Jeanine parece despreocupada. Le da igual que el muera y el chico parece notarlo. Tris lo suelta y él sale corriendo de la sala, la rubia agarra el arma con fuerza y me mira.

–Tengo que hacerlo– susurra levantando la pistola para apoyarla en su sien.

El corazón me da un vuelco al entender lo que está dispuesta a hacer. Jeanine ahora si luce asustada, nos necesita vivas después de todo y sabe que si ella muere, yo iré detrás.

–Beatrice– susurra Caleb a quien no hemos oído entrar.

Va demasiado bien vestido, demasiado presentable. Su hermana le cuestiona que hace aquí y él trata de contestar pero Jeanine le ordena que no hable con la paciente. Es ahí cuando entiendo todo, se ha puesto de su parte de nuevo, o quizás siempre lo ha estado. En un descuido Caleb le quita el arma a su hermana y nos quedamos sin ventaja alguna. Tris me mira con tristeza cuando es empujada a salir de la sala dejándome completamente sola.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora