El caos que ha sembrado Diana cerca de la fábrica, no solo ha hecho que los guardias de fuera se vayan, también han salido unos cuántos de dentro. La puerta que tenemos detrás se cierra de golpe cuando los últimos salen, dejándonos a solas con tres hombres armados, eso me gusta más. Mientras Eric habla con ellos, haciéndose pasar por un hombre de Darius, poco a poco me deshago de mis ataduras.
–Veamos la mercancía, parece de buena calidad– comenta uno de ellos acercándose a mí.
Su arma se posa en mi mejilla y va bajando poco a poco hasta llegar a mis pechos, donde trata de jugar con la camiseta. Aprieto la mandíbula mientras dejo caer las cuerdas al suelo llamando su atención. Sus ojos se abren como platos al darse cuenta de lo que sucede, pero no le da tiempo a reaccionar cuando ya le he golpeado y me he hecho con su arma.
–Sorpresa– susurro con sorna apuntando lo directamente.
Los otros dos hombres que estaban hablando con el rubio se tensan y preparan sus armas. Mientras Eric se deshace de uno de ellos dejándolo inconsciente, yo agarro al que tengo cerca y lo uso de escudo, será nuestro salvavidas.
–Ahora nos vais a llevar hasta los prisioneros– dice Eric con calma amenazando al otro hombre que queda en pie.
–¿Sois del departamento?– pregunta el que está bajo mi merced.
–No estamos de parte de nadie, pero tampoco nos parece bien lo que hacéis aquí– comento obligándolo a andar –Es por eso que vais a ayudarnos a sacar a los prisioneros, si no queréis que un balazo arruine más vuestros repugnantes rostros–
El hombre que tengo entre manos gruñe, pero no se opone y es el primero en enseñarnos el camino. La fábrica no es muy grande, pero está bien preparada, el lugar ideal para tener cautiva a la gente y torturarlas. Entramos a un pasillo más oscuro, el hombre que va con Eric le indica dónde está la luz. Al prenderla, me doy cuenta de que estamos ante lo que parecen ser cámaras frigoríficas. Algunos gritos y voces apagadas salen de dentro de ellas.
No me contengo y golpeo al tipo que tengo delante, dejándolo inconsciente en el suelo. Eric imita mi acción y con algo de cuerda ata a ambos a una columna, para que no nos estorben. Me acerco a la primera puerta y con cuidado la abro, lo que veo dentro me deja helada, y nunca mejor dicho.
Hay varios personas colgadas del techo mediante cadenas, están muy magulladas y lucen cansadas, a penas tienen fuerzas para tiritar del frío. Entre ellas visualizo a un niño pequeño que yace inerte, mientras su madre lo llama y llora desconsoladamente. Con el corazón en un puño y un nudo tremendo en la garganta, me acerco al pequeño y le tomo el pulso, no hay nada que hacer.
–Por dios...– la voz de Eric se hace presente, está horrorizado ante tal escena.
–A-ayudame a bajarlo– murmuro agarrando su pequeño cuerpo.
Eric mira a nuestro alrededor y agarra unas tenazas que hay sobre una mesa. Rápidamente corta las cadenas que sujetan al pequeño, y su cuerpo se desliza entre mis brazos. Con cuidado lo dejo en el suelo, mientras observo al rubio cortar las cadenas de la madre, que en cuanto toca el suelo, se abalanza sobre el niño.
–Lo siento mucho– susurro conteniendo las lágrimas.
La mujer ni siquiera me escucha, está más centrada en llorar la pérdida de su pequeño.
Eric llama mi atención varias veces hasta que reacciono, necesita mi ayuda. Me pongo en pie y me acerco a la siguiente persona, con cuidado y una a una las vamos liberando. Les pedimos que esperen en el pasillo, Eric les ha prestado nuestras mantas para que entren en calor, ya que la poca ropa que llevan no les sirve de nada. Abro la siguiente cámara frigorífica y esta vez no hay tanta suerte, de las cinco personas que hay dentro, tres están muertas.
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...