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Han pasado dos días desde los juicios, y aún quedan algunos por celebrar, como el de Caleb. A pesar de haber dejado libre a Eric, las cosas con Evelyn no están del todo bien. Cuatro trata de aparentar que está de su parte, pero no es así, él no apoya lo que hace su madre. He mantenido al rubio encerrado en la habitación por precaución y por ahora no ha habido ningún intento de nada. Lo único extraño han sido las reuniones privadas de los abandonados, donde grupos selectos se congregaban lejos de todos, pareciendo tramar algo.

Me encuentro desayunando junto al rubio, parecen gachas de avena, aunque he de decir que están malísimas. Eric me mira de reojo de vez en cuando, algo que me pone nerviosa. Estas miraditas han aparecido después de la otra noche, donde gozamos de un momento muy íntimo. Fue mi primera vez desnuda completamente frente a alguien, vulnerable, y él supo aprovechar la oportunidad de una manera única, tratándome como me merezco. No sé lo que pasa por su cabeza después de ese momento y el porqué de las miraditas, pero no sabe lo mala que me pone.

Un gran alboroto ha comenzado a formarse fuera, sacándome de mis pensamientos. Dejo mi bandeja a un lado y le pido a Eric que espere en la habitación, no voy a arriesgarme a que salga conmigo y lo ataquen. Cuando salgo de la zona de habitaciones, veo a algunos cordiales algo asustados, hablando de la que han formado fuera los abandonados. No tardo en dirigirme al exterior del derruido edificio, encontrándome con un amplio grupo haciendo un coro.

En el medio tienen tirados los cuencos de las facciones, esos en los que cada generación ha esparcido su sangre, eligiendo así su nuevo hogar. Edward tiene un mazo en las manos y golpea de forma bruta los cuencos, destrozando los por completo.

–MUERTE A LAS FACCIONES– gritan a coro los abandonados.

De un momento a otro se crea una pequeña disputa entre Edward y un erudito que trata de pararlo, la gente se agolpa y no puedo ver más. Lo único que puedo distinguir es a Cuatro abriéndose paso entre la gente, y a Tris y Christina al otro lado tratando de llegar hasta donde se encontraba el erudito. No lo dudo ni un segundo y me meto entre la gente tratando de llegar al medio del coro, tratando de ayudar a mis amigos.

Unos disparos resuenan por el aire haciendo que pare en seco, la gente se vuelve loca y empieza a correr hacia dentro de la sede. Siento un fuerte golpe en mi mejilla, no sé si me han dado con un codo al pasar. Entre empujones acabo en el suelo mientras todos corren sin importarles mi estado. Unos grandes pies casi me pisan la cabeza, por suerte me he apartado rápido y solo me han rozado.

Cuando la multitud se disipa escucho a Chris llamarme varias veces, está a mi lado, ayudándome a ponerme en pie. Me examina para ver si estoy bien, solo estoy algo aturdida gracias a dios.

–¿Qué ha pasado?– pregunto al ver a Tris junto al Erudito, que está muy malherido.

–Edward lo ha golpeado– me explica Christina –Todo se ha vuelto un caos y luego esos disparos...–

Me hace una señal con la cabeza, miro hacia donde está Cuatro, agachado junto a un cuerpo inerte, el de Edward. A unos pasos por detrás hay varias personas más tiradas.

–Él era el blanco– murmuro haciendo una mueca.

La verdad es que después de perder el ojo y abandonar Osadía, Edward perdió todo lo bueno, se volvió mezquino y cruel. Era cuestión de tiempo que lo mataran.

Un grupo de cordiales se encargan de trasladar al erudito a la zona médica, no parece nada grave a simple vista. Tris se une a nosotras y pronto lo hace también su novio, aunque tratando de guardar las distancias.

–Tengo que ir con Evelyn– nos informa Cuatro.

La rubia simplemente asiente y este se marcha junto al cuerpo de Edward, que es trasladado por algunos abandonados. No entiendo cómo Cuatro trata de consolar a su madre, sabiendo de más que ella sabía lo de la manifestación de hace unos minutos. Evelyn se lo ha buscado.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora