Los pasillos de Osadía son largos y enrrevesados, me he dado cuenta de que saliendo por uno, vamos a otro que ya hemos pasado antes. Con mi poco sentido de la orientación veremos si no me pierdo más de una vez.
Caminamos hasta lo que parece ser un precipicio, Cuatro se acerca al borde y nos explica que este es el corazón de Osadía; el pozo. Dirijo mi mirada hacia abajo y puedo observar a los osados de aquí para allá, grupos charlando y también luchando.
–Sigamos– la voz de Cuatro me hace volver al momento en el que estamos.
Nos lleva hasta la zona de habitaciones o eso creía. Cuando entramos por una gran abertura lo que me encuentro son un montón de camas preparadas para ser usadas y al fondo los baños.
–Aquí dormiréis– nos explica dejando que le echemos un vistazo.
–Pero, ¿Los chicos o las chicas?– pregunta uno de los iniciados.
–Todos– se limita a decir el instructor –Si esto os gusta esperad a ver los baños–
El sarcasmo que utiliza en su frase me hace rodar los ojos, tengo la sensación de que más de una vez nos las vamos a ver. Entramos hasta el fondo de la habitación y ahí está el supuesto baño, y digo supuesto porque todos los retretes y duchas están juntos.
–Como os gusta a los de Verdad, todo a la vista– le dice a Chris que está poniendo cara de asco.
Tras pedirnos que nos cambiemos sale de la habitación y cada uno de nosotros va a pillar una cama. Por suerte Tris, Christina y yo hemos encontrado tres que están al lado. Aquí delante de todos nos tenemos que empezar a desnudar. A Tris le está costando más ya que le da pudor, encima los imbéciles de turno no ayudan.
Me quito la ropa de un plumazo quedando en ropa interior, no voy a dejar que pase por esto ella sola. Los miro, esperando tal vez que digan algo, pero enseguida dejan de mirar. Me pongo los pantalones negros que hay encima de la cama, una camiseta de tirantes del mismo color y la chaqueta. Por último me calzo las botas y dejo mi pelo suelto.
–¿Listas?– pregunto mirando a mis dos compañeras, ambas asienten.
Salimos en fila hasta llegar a un contenedor donde debemos echar la ropa para incinerar la, ahí acaba todo rastro de nuestra antigua facción. Tardo unos segundos en despedirme de la preciosa blusa que me regaló Chris el año pasado por mi cumple y después dejo caer todo. Minutos después nos guían hasta lo que parece ser el comedor, en cuanto entramos todas las miradas están puestas en nosotros, para variar.
Busco con la mirada algún sitio hasta que visualizo a Cuatro sentado solo en su banco. Les hago una señal a Chris y a Tris y enseguida ocupamos ese sitio, yo quedo entre medio de las dos. Miro la bandeja que hay en el medio de la mesa, los chicos de enfrente están cogiendo ya sus hamburguesas. Agarro una dejándola sobre mi plato mientras observo como Tris mira la suya con curiosidad.
–¿No has visto una hamburguesa en tu vida?– pregunta Christina algo confundida.
–Si, pero nunca la he comido– le responde la rubia encogiéndose de hombros.
–En Abnegación comen solo cosas naturales, todo vegetal– explica el chico que está sentado frente a Tris, ella asiente.
–¿Qué eres un libro abierto?– pregunta Chris irónica.
–Seguro que es un erudito– opino yo entrecerrando los ojos.
–Lo era, encantado de conoceros, soy Will– contesta él riéndose.
En ese preciso instante entiendo porqué sabe tanto, los de Erudición desayunan enciclopedias enteras.
–Dejaros de hablar de vuestras facciones, ahora estáis en Osadía– el tono autoritario que utiliza Cuatro me hace gracia.
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...