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Cuando Nita vuelve, Tris ya está cruzada de brazos esperando para preguntarle qué ha hablado con Cuatro. La chica se excusa diciendo que solo le ha indicado donde ir ya que este sitio es confuso y puede perderse, aunque está claro que no es eso, Nita parece nerviosa. Tiro de mi amiga para marcharnos por fin de este sitio y que lo deje estar, quizás la chica solo haya intentado calmar a Cuatro, quizás solo haya intentado arreglar el caos que ha causado Matthew sin querer o queriendo, quién sabe.

Al final del pasillo vemos a Zoe, que enseguida nos hace señas con la mano para que nos acerquemos. Parece más relajada que esta mañana, con la frente lisa en vez de arrugada y el pelo suelto. Se mete las manos en los bolsillos del mono y nos mira con entusiasmo.

–Acabo de contárselo a los demás– dice sonriendo –Hemos programado un viaje en avión dentro de dos horas para los que queráis ¿Os apuntáis?–

Es el momento menos oportuno para hablar de probar un avión, pero algo dentro de mí me dice que lo mejor será despejarnos. El miedo y la emoción me pueden, igual que antes de abrocharme las correas para lanzarme en tirolina desde lo alto del edificio Hancock. Me imagino volando por el aire en un coche con alas, el ruido del viento a través de los huecos de las paredes y la posibilidad, de que algo falle y acabemos muriendo.

–Sí– responde Tris anticipándose y yo asiento de acuerdo.

–Nos encontraremos en la puerta B14, ¡Seguid los carteles!– termina por decir Zoe y sonríe con ganas al marcharse.

Yo no disfruto de las alturas tanto como Tris, pero tampoco las temo. Una vez que has visto todo, solo queda una frontera por explorar: la de arriba.

Pasadas las dos horas que estipuló la mujer pecosa, todos nos dirigimos hacia la puerta B14. No nos ha costado convencer a nuestros amigos, la mayoría sea por curiosidad o atrevimiento, estaban deseando probar un avión. Aunque es verdad que el rubio no estaba muy de acuerdo con nuestra pequeña aventura.

Las escaleras metálicas que bajan hasta el asfalto chirrían bajo cada una de nuestras pisadas. Tengo que echar la cabeza atrás para ver el avión, que es más grande de lo que esperaba y de color blanco plateado. Justo bajo las alas hay un cilindro enorme con paletas que giran en su interior. No parece algo seguro, si esas paletas te succionan, no pasarías al otro lado de una pieza.

–¿Cómo puede flotar en el aire algo tan grande?– pregunta Uriah detrás de mí.

Sacudo la cabeza dándole a entender que no lo sé, y en realidad, tampoco quiero pensar en ello. Tris sigue a Zoe por otras escaleras y nosotros a ella, estas están conectadas a un agujero en el lateral del avión. Me tiembla todo el cuerpo cuando me agarro a la barandilla, enseguida siento la mano de Uriah sobre mi hombro dándome a entender que está conmigo. Tris mira atrás antes de entrar por el agujero, buscando a Cuatro por si ha decidido venir con nosotros, pero no hay rastro de él.

Me agacho al meterme por el agujero, aunque es más alto que yo, dentro del avión hay muchas filas de asientos cubiertos de tela azul desgarrada y deshilachada. Elijo uno cerca de la parte delantera, junto a una ventana, ya que voy a volar, quiero ver todo desde lo alto, aunque pueda darme miedo.

Cara se sienta al lado de Tris, y Peter y Caleb se van al fondo del avión y se sientan juntos, al lado de la ventana. No sabía que fueran amigos, aunque tampoco me parece raro, dado que ambos son despreciables. Siento la presencia de alguien a mi lado y sonrío al ver al rubio, a quien me ha costado convencer para que viniera.

–¿Cuántos años tiene esta cosa?– pregunta Tris a Zoe, que está de pie cerca de la parte delantera.

–Bastantes– responde la mujer pecosa –Pero han renovado por completo lo más importante. Tiene un buen tamaño para lo que necesitamos–

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora