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Abandonar la sede antes de medianoche ha sido fácil, con todo el ajetreo de la mudanza, no van a notar nuestra ausencia. Lo difícil ha venido después, cuando hemos tenido que evitar varios controles impuestos por Evelyn, para que nadie rompa el toque de queda. Si fuéramos una o dos personas, pasaríamos desapercibidos, pero somos seis y hemos tenido que idear un pequeño plan para distraer a los abandonados del último control.

Una vez nos alejamos sin dificultad alguna de la sede de los abandonados, seguimos a Tris, quién se ha dibujado un pequeño mapa de Chicago en la muñeca. Corro a su vez, mientras Christina, Eric, Uriah y Jack nos siguen. Según me han dicho, Cuatro y Zeke se reunirán con nosotros en Verdad.

A pesar de que me arden los músculos se siente bien correr después de todo. Cuando llegamos al puente donde Chang trató de negociar con Max, olvido el dolor de músculos. Al otro lado del río pantanoso se ve Mercado Martirio. Mientras nos acercamos a la sede de Verdad, Uriah nos comenta que seguramente habrá que subir muchos escalones, ya que no hay luz. Maldigo internamente, odio las escaleras.

En cuanto entramos en la que fue mi facción de nacimiento, un montón de sentimientos me abruman, no puedo evitar recordar la muerte de mis padres. Eric parece darse cuenta, ya que se acerca a mí y pasa su brazo por encima de mis hombros, obligándome a andar, mientras sus dedos dejan pequeña caricias en la zona.

Subimos las escaleras a toda prisa, y cuando por fin llegamos a lo alto, faltan cinco minutos para las doce de la noche. Cuatro sale a nuestro encuentro nada más llegar hasta la puerta de la sala. Lo primero que hace es abrazar a mi amiga con fuerza, frente a los abandonados tienen que fingir que han roto, me imagino las ganas que se tienen. Enseguida se separan y Cuatro nos pide que pasemos, no hay tiempo que perder.

Entramos en la sala donde sucumbimos al suero de la verdad, ese que he probado tantas veces. En el medio han dispuesto un círculo de velas encendidas sobre una de las balanzas dibujadas en el suelo. Me detengo a observar a los presentes, entre ellos puedo observar rostros conocidos. En un lado está Susan, la abnegada que huyó con nosotros de Cordialidad. Apartado de todo el mundo con los brazos cruzados y cara de pocos amigos, Peter. Uriah no ha tardado en acercarse a su hermano que estaba hablando con Tori, Thomas y otros cuantos osados.

–¿Sabías algo de esto?– le pregunto a Jack que está a mi lado

–Créeme, me ha sorprendido tanto como a tí ver a Thomas aquí– contesta el chico algo descolocado mirando a su novio.

El pelirrojo lo mira fugazmente y le hace una seña para que se acerque, Jack no tarda en hacerlo, no sin antes mirar si se queda alguien conmigo. Eric está tras de mí manteniendo la distancia con la gente, sabiendo que no confían en él, no está del todo agusto.

–¡Eris! ¡Tris!– la voz de Christina me hace mirar hacia un lateral de la sala.

Mi mejor amiga se encuentra allí reunida con su madre y su hermana. Sonrío al ver que están bien y tiro de Tris para que se acerque conmigo. Cuatro y Eric nos siguen de cerca como si fueran nuestras sombras, es raro que la gente no sepa ya que tenemos algo con ellos.

Cuando estamos frente a la familia de Christina, ella presenta a Tris, Cuatro y Eric. Mientras, yo me agacho junto a Rose, quién lejos de darme un abrazo como de costumbre, se aparta de mí haciéndome fruncir el ceño.

–Hey, pensaba que también eras mi pequeña mejor amiga– digo haciendo un puchero.

–No soy amiga de una asesina– escupe la niña dejándome muy confundida –Mataste al novio de Christina, ¡no entiendo cómo te ha perdonado!–

–¡Rose!– exclama mi mejor amiga frunciendo el ceño.

Eric tira de mí para que me aparte de la niña y le da una mirada desafiante.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora