El sonido incesante de la puerta de mi habitación me despierta, alguien parece tener prisa. Salgo de la cama bostezando y me acerco a abrir, Christina está fuera mirándome con cara de pocos amigos. La miro de arriba a abajo al ver que está muy arreglada. De repente, recuerdo que día es hoy y me giro para mirar el reloj de mi pared.
–Mierda– mascullo dirigiéndome a mi armario.
–¿Alguna vez vas a llegar temprano a algún lado?– me cuestiona mi amiga entrando a la habitación.
La ignoro mientras agarro las prendas más decentes que tengo. Me quito el pijama quedando en ropa interior, no tengo problemas en que me vea así. Me coloco unas pantalones negros con una blusa suelta de color negra también y mis zapatos más cómodos. Chris va toda de negro menos la chaqueta que es blanca. Por último peino mi pelo de forma rápida recogiéndolo en una cola alta, ya estoy lista.
–Faltan cinco minutos para que empiece la ceremonia– me avisa mi amiga abriendo la puerta –¡Vamos!–
Sin pensármelo echo a correr detrás de ella, bajamos las escaleras de dos en dos y salimos del edificio principal de Verdad. Después del día que tuve ayer, acabé durmiendo me a las tantas, los libros a veces me absorben y pierdo la noción del tiempo.
Hoy es un día importante, tenemos que elegir la facción en la que nos queremos quedar y sorprendentemente, sé a cuál quiero ir.
Llegamos al edificio donde se celebrará la ceremonia, justo a tiempo de que cierren las puertas. Tomo la iniciativa y me dirijo a sentarme en las primeras filas de nuestra facción, Chris se sienta a mi lado mientras observa todo a su alrededor. Una mujer rubia de Erudición se sube al escenario y comienza su discurso, como de costumbre desconecto esos pocos minutos para no aburrirme. Mientras ella habla, yo observo las gradas, estamos divididos por facciones como siempre. Miro por detrás de mí y encuentro a mis padres muy concentrados con el discurso.
–Vamos a dar inicio a la ceremonia– grita la líder de Erudición.
La mujer deja el escenario y en su lugar sube un hombre canoso de Abnegación. Comienza a decir en voz alta los nombres que salen en la lista y los nombrados suben al escenario para pararse frente a la mesa con los diferentes cuencos de las facciones. Al empezar la lista por detrás, enseguida mi nombre resuena en toda la sala haciendo que todos se callen.
–ERIS HIDDLESTON– vocifera el abnegado.
Mi amiga Christina me agarra la mano dándome un fuerte apretón y me susurra un “no te olvides de mí”. Con el corazón en un puño me acerco hasta el escenario y subo bajo la atenta mirada de todos. Me posiciono frente a la mesa y observo los cuencos, agarro la daga y me hago un corte en la palma haciendo correr la sangre. Respiro hondo antes de posicionar mi mano en la facción que quiero, mi vista se dirige al cuenco de Verdad, la facción que ha sido mi hogar pero ya no lo será.
La gota cae en el carbón haciendo que eche humo, ya no hay vuelta atrás.
–OSADÍA– grita el hombre haciendo que toda la facción nombrada se levante de golpe.
Los gritos de mi nueva facción me dan la bienvenida, bajo del escenario y me dirijo con ellos, no sin antes echarle un vistazo a mi antigua facción. Todos me miran sin poder creer lo y puedo notar la decepción e incredulidad en mis padres, que ni siquiera se dignan a mirarme. Un chico osado se levanta y me deja su sitio, justo al lado de una chica rubia abnegada.
–Hola, soy Beatrice– dice la muchacha sonriendo levemente –Tú eres la que se enfrentó al impertinente de ayer, ¿no es así?–
–Esa era yo, soy Eris– contesto devolviéndole la sonrisa.
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...