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Tras sacar a Caleb de una pieza (un poco rasguñado por mi culpa, pero vivo), solo nos quedaba la última parte del plan de escape; llegar a la valla y cruzarla.

Mientras Cuatro, Tris y yo hacemos compañía a Caleb en el último vagón del tren, los demás deberían estar en los primeros, controlando que todo salga bien. La conductora está de nuestro lado, si no me equivoco ella debe darnos la señal para bajar del tren, y es justo en este momento cuando está sucediendo. El tren frena y reduce su velocidad, señal de que nos hemos acercado a la valla y tenemos que saltar. Tris y Cuatro están sentados en la puerta del vagón, admirando todo desde ahí. Me acerco a ellos y echo un vistazo en la lejanía, estamos prácticamente al lado de la muralla.

–Nos acercamos– aviso a mis amigos mientras agarro a Caleb y le obligo a levantarse –Vamos valiente, prepárate para mover tu culo erudito y saltar–

El hermano de Tris casi no me mira, seguirá molesto por el susto que le he dado hace unas horas. Cuatro tira de él y lo posiciona justo en el umbral de la puerta, ni siquiera lo avisa antes de empujarlo fuera del tren, cosa que me hace sonreír malignamente. La rubia observa como su novio salta y me da vía libre para seguirlo, como el tren no va muy rápido, con un pequeño salto llego al suelo en cuestión de segundos. Giro sobre mí y trato de caer en pie, pero pierdo el equilibrio y caigo de lado raspando me el brazo.

–¡Eris!– la voz de Christina se escucha a lo lejos.

Llega a mi lado prácticamente corriendo y tira de mí para que me levante. No tarda ni dos segundos en abrazarse a mí y reprocharme el haber desaparecido prácticamente todo el día.

–Casi no te he visto hoy, pensaba que te habían capturado o algo– comenta mi amiga a la que a duras penas puedo ver gracias a la luz de su linterna.

–Me ofendes al creer que me dejaría capturar– digo cruzandome de brazos.

Ella rueda los ojos y apunta detrás de mí con su linterna, me giro justo a tiempo de ver a Cuatro arrastrando a Caleb hacia donde estamos.

–Teniendo en cuenta que eres erudito, no sé por qué no te entra en la cabeza que jamás me ganarás en una carrera– comenta Cuatro algo molesto.

–¿Ha intentado escapar?– pregunto algo sorprendida –Te creía más listo–

–Es listo– la voz de Tris se hace presente –Pero es un cobarde–

Su hermano la mira durante unos segundos que parecen eternos, pero al final acaba retirando la mirada.

–Vaya con el eructito– comenta Uriah quién ha estado callado en todo momento.

–¿Eructito?– cuestiona Chris frunciendo el ceño.

–Es un juego de palabras, ya sabes: erudito, eructito... ¿lo captas? como estirado– explica Uriah haciéndome reír.

–Es malísimo, pero me gusta– le digo a mi amigo.

–Los osados tienen una jerga muy rara. Tarta de fresa, eructito... ¿hay una palabra para los veraces?– pregunta mi mejor amiga curiosa.

–Claro que sí: idiotas– responde Uriah ganándose una mala mirada de nuestra parte.

–Prometí a tu hermano cuidarte, pero no dije nada de que no te pudiera matar con mis propias manos– digo en tono amenazante pero bromeando.

–En el fondo me amas– comenta él acercándose a mí.

De repente pasa su brazo por mis hombros y me retiene comenzando a revolver me el pelo. A nuestro alrededor todos se ríen de la pequeña escena, pero a mí no me está haciendo mucha gracia; mi pelo es sagrado. Pongo una pierna sin que se dé cuenta detrás suya y lo empujo hacia atrás, logrando desequilibrar lo. En cuanto cae al suelo me subo encima y pongo mi daga en su cuello, sin llegar a tocarle.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora