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Siento mi cuerpo pesado, tanto, que me cuesta abrir los ojos. Respiro hondo y trato de recordar lo sucedido, pequeños flashbacks vienen a mi mente. La periferia, el rescate de mi hermano y un grupo numeroso de genéticamente puros, como tuvimos que escapar de los guardias del complejo y cómo llegamos hasta el departamento. Más allá de eso, solo tengo vagos recuerdos, uno de ellos es el de David sonriendo al verme malherida.

Gruño levemente una vez aclarados mis pensamientos y me obligo a abrir los ojos. Me cuesta ver con la claridad que hay, pero poco a poco comienzo a acostumbrarme y es ahí cuando me doy cuenta de que estoy en una de las habitaciones del hospital. Miro a mi alrededor y mi vista se posa en mi hermano, está sentado en un silla junto a mi cama, pero con medio cuerpo sobre el colchón, completamente dormido.

Christina está sentada en el sillón, leyendo, pero en cuanto nota como me remuevo levanta la vista y por un momento noto alivio en su expresión.

–Eris– susurra acercándose rápidamente hacia la cama.

Mi mejor amiga no tarda en abrazarme, con cuidado de no hacerme daño. El ajetreo despierta a mi hermano, que algo desorientado mira hacia mí. Sus ojos azules brillan en cuanto me ve despierta, rápidamente agarra mi mano con fuerza.

–Por fin despiertas– dice Noah aliviado.

–¿Qué ha pasado?– pregunto algo confundida –No recuerdo nada de ayer, más allá de desmayarme–

–¿Ayer?– cuestiona Chris alzando las cejas –Llevas casi una semana aquí, tu cuerpo colapsó al perder tanta sangre y entraste en una especie de coma–

Abro la boca ligeramente, sorprendida por lo que me cuenta.

–Los médicos no podían hacer nada para despertarte, tenías que hacerlo tú sola– añade mi hermano soltando un suspiro –Han sido los cinco días más largos de mi vida–

Trago saliva al escucharlo y no puedo evitar sentirme mal, habré preocupado a todos. No puedo evitar echar un vistazo a la habitación, me falta alguien aquí.

–Ha ido a por el desayuno– la voz de mi hermano se alza –Todos estos días ha estado trayéndolo, incluso para tí–

Sonrío levemente y justo en ese momento la puerta de la habitación se abre. Eric entra con una bandeja bastante cargada, se acerca hasta la mesita que hay al lado de la cama y la deja, ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy despierta.

–Que bien huele– digo olfateando, enseguida mi estómago ruge.

Los ojos del rubio se abren como platos, como si fuera un robot, se gira y se queda en shock al verme mirándolo. Me estiro hacia él y agarro su muñeca, obligándolo a acercarse hasta la cama. Ahí es cuando reacciona y me rodea con sus brazos, soltando un suspiro. Sus caricias hacen que cierre los ojos y disfrute del momento, hasta que se separa y comienza a llenarme de besos la cara. No puedo evitar reírme ante tanta muestra de afecto, le agarro la cara para detenerlo y le planto un beso en los labios.

–No comáis delante de los pobres– nos regaña Christina haciéndonos reír.

El rubio y yo nos separamos, es hora de ponerme al día, llevo mucho tiempo vagueando. Entre mi hermano, mi mejor amiga y mi novio me cuentan lo sucedido en estos días.

Comienzan por contarme que entre Matthew, Cara y Caleb han tratado de crear un suero de la verdad al que pocos divergentes se puedan resistir. El plan es esparcirlo como en una epidemia y que los líderes de ahora confiesen todos los crímenes que han cometido, para que la gente de aquí se de cuenta e intenten cambiar el gobierno.

La puerta de la habitación se abre de golpe, una Tris muy agitada entra corriendo, seguida de Cuatro y Jack.

Los tres se alegran de verme despierta, pero no hay tiempo para sentimentalismos. Tris ha participado en la reunión del consejo de hoy y la cosa se ha puesto tensa. Después de que los leales atacaran otro almacen de armamento, ganando territorio a Evelyn, la cosa se está calentando en Chicago y está a punto de estallar otra guerra. Al parecer, eso molesta mucho a David, así que han decidido reiniciar la memoria de todos los habitantes de Chicago para salvar el experimento.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora