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La puerta de la biblioteca se abre a eso de las dos de la mañana, dos horas más tarde de lo esperado. Matthew entra rápidamente y nos hace varias señas, parece tener prisa. Engancho el arco y el carcaj a un lado de mi mochila, de manera que no estén muy a la vista y de forma que me sea fácil agarrar todo rápidamente. Me coloco la mochila y miro a Eric quien se está guardando varias armas, una pistola en el cinturón, un cuchillo en la bota y un rifle enganchado a la mochila. Yo también llevo de repuesto una pistola y la daga de la nana, que aún me trae malos recuerdos.

–No tenemos mucho tiempo, hay que aprovechar el cambio de turno– comenta Matthew haciendo que lo sigamos por el complejo.

Nos recorremos todo este sitio a oscuras y en silencio, hay guardias cada dos metros, controlando cada movimiento. Por suerte Matt sabe exactamente dónde deben estar y cuando hacen los cambios, facilitándonos el pasar desapercibidos.

Nos conduce por los pasillos subterráneos, dejando atrás el lugar de reunión de los GD, hasta llegar a un pasillo sin electricidad, pero muy vigilado. Matthew frunce el ceño y mira su reloj de muñeca, algo no va bien. Nos hace una señal para que crucemos la puerta a nuestra derecha, el rubio va por delante, la abre con cuidado y me deja pasar. Por lo poco que se puede ver gracias a la luz de emergencia, parece un cuarto de limpieza. Una vez dentro, oímos como la puerta a nuestras espaldas se cierra.

–¡Matt!– exclamo en un susurro al darme cuenta de que él no está con nosotros.

Me acerco rápidamente hacia la puerta y trato de abrirla, pero unas voces hacen que me detenga.

–Hola chicos, ¿Cómo va todo?– la voz de Matthew se aleja de la puerta.

–¿Quién eres tú?– pregunta uno de los guardias, se escucha como carga el arma.

Instintivamente pongo mi mano sobre el arma de mi cinturón, dispuesta a salir y proteger al pelinegro, pero al parecer tiene todo controlado.

–Que grosero– comenta Matt y puedo notar hasta aquí como roda sus ojos –Vine a avisaros de que el otro turno va a tardar algo más en venir–

–¿Más? Ya llevan un retraso de media hora– se queja la mujer –Quiero irme a dormir–

–Lo sé, y lo entiendo– añade Matthew –Por eso yo os cubriré las espaldas, podéis iros, vigilaré mientras llega el otro turno–

–¿Por qué harías eso?– pregunta el hombre con cierta desconfianza.

–Todo ha sido un verdadero caos desde el ataque, os merecéis un descanso, vosotros más que nadie– explica el peli negro ganándose a los guardias –Vamos, antes de que me arrepienta–

–¡No le des más vueltas Sam!– se queja su compañera –Vámonos–

A regañadientes, el hombre acepta y ambos guardias se alejan del pasillo. Eric y yo aguantamos la respiración tratando de escuchar sus pasos, hasta que se pierden. Enseguida la puerta del pequeño cuarto se abre y un Matt sonriente aparece tras ella.

–Tenemos vía libre, seguidme– comenta el peli negro dirigiéndose hacia el fondo del pasillo.

En una esquina del mismo, se agacha, parece estar buscando algo. Un click resuena cuando Matt da con el pestillo, sin dificultad levanta una trampilla, la puerta del túnel. Nos da unos últimos consejos y nos explica lo que debemos hacer, aunque en el mapa nos ha quedado todo bien claro. Él se queda aquí, vigilando, mientras nosotros salimos.

–Trae a tu hermano de vuelta– me pide Matthew abrazándome por sorpresa.

–Eso haré– me limito a decir devolviéndole el abrazo.

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora