Abro los ojos y me quedo estática al ver la daga de mi abuela clavada en el cráneo del gordinflón. El cuerpo inerte del hombre cae al suelo y frente a mí aparece una niña de unos doce años. Su pelo es corto y pelirrojo, y unas cuantas pecas reposan sobre su nariz y mofletes, a simple vista es adorable, pero lo que hace me deja sin aliento. La niña se acerca al cadáver del tipo y sin ningún reparo arranca la daga de su cráneo.
Veo como se acerca a mí con la daga en alto y no puedo evitar tensarme, pero me sorprendo al ver como me rodea y corta mi ataduras. Froto mis muñecas varias veces sin perderla de vista, enseguida se acerca al rubio y hace lo mismo, liberándolo. Eric no está en muy mal estado, pero a penas puede ponerse en pie, así que me levanto cómo puedo y me acerco a ayudarlo.
–¿Quién eres?– le pregunto a la niña mientras cargo al rubio.
–Una amiga– responde ella mirándome con curiosidad –Eres más guapa de lo que imaginaba–
Frunzo el ceño al escucharla, por como habla de mí, parece conocerme, pero yo no la he visto en la vida. Nuestra conversación se corta cuando escuchamos pasos acercándose, la voz de Darius resuena por la puerta del fondo y no parece contento.
–¡Esa mocosa ha vuelto a jugar conmigo!– se queja el moreno.
Miro a la niña que sonríe inocentemente y sale corriendo por otra puerta a nuestra izquierda, dejándome sola cargando con el rubio. Darius entra en el salón y se queda de piedra al vernos desatados y a su hombre muerto. Una sola orden de su parte hace que de la nada aparezcan cinco hombres.
–¡Matadlos!– ordena el moreno muy cabreado.
Dejo al rubio a un lado y me preparo para luchar, aunque es imposible que gane. Cuando los hombres están a punto de abalanzarse contra mí, un silbido llama mi atención. Por la puerta de mi izquierda aparece la niña con mi arco y mi carcaj. En un movimiento rápido me los lanza y en cuestión de segundos ya tengo el carcaj en mi espalda y el arco cargado, como me enseñó la nana.
La primera flecha cruza el aire y se incrusta en el pecho de uno de los hombres, la segunda va a la cabeza del siguiente. Darius al ver que no pueden hacer nada contra mi puntería, saca un arma dispuesto a dispararme mientras me encargo de sus secuaces. Un disparo resuena en el aire, pero no sale de la pistola del moreno, si no de la que Eric tiene en la mano, la que la niña le acaba de dar.
Darius cae al suelo muerto, los tres hombres que quedan en pie no lo dudan y salen corriendo por donde llegaron, su jefe ha caído. Aprovecho el momento y me agacho junto al rubio, tratando de limpiarle la sangre seca del rostro.
–¿Estás bien?– me pregunta enseguida.
–Deja de preocuparte por mí, estás hecho mierda Eric, por poco te matan– susurro con cierta preocupación.
–Esto no es nada– murmura poniéndose en pie a duras penas mientras gruñe debido al dolor.
–¡Eso ha sido increíble!– la niña se acerca a nosotros corriendo, parece maravillada –Eres mejor con el arco de lo que me dijo. ¿Podrías enseñarme a usarlo?–
–Vamos por partes– digo agachándome a la altura de la pequeña –¿Quién te ha hablado de mí?–
–Noah– responde ella sonriendo levemente –Nos hicimos amigos cuando llegó a la Ciudad, yo le ayudé con sus heridas y él me ayudó a sobrevivir en la calle–
El corazón me da un vuelco al escucharla, entonces estaba en lo correcto, Noah vino aquí.
–¿Dónde está él?– pregunto rápidamente –¿Lo tienen aquí?–
La expresión de la niña cambia a una de total tristeza, con los ojos llorosos me mira y pide perdón varias veces antes de contarme lo que pasó.
–Intenté impedírselo, pero se lo llevaron– susurra la pequeña con un nudo en la garganta –Luego a mí me trajeron aquí, dijeron que Darius me daría un buen trabajo, pero las cosas que me obligaba a hacer no me gustaban...–
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...