El camino de vuelta lo hacemos en total silencio, Matthew parece indeciso a la hora de elegir bien lo que decir y nosotras no estamos demasiado receptivas. Veo un cartel que pone: “ENTRADA AL HOTEL”. Agarro la pantalla con más fuerza, deseando volver al dormitorio y contarle lo de mi madre y mi abuela a Christina.
–Mira, una de las cosas que hacemos mi supervisor y yo son pruebas genéticas– comenta Matthew después de un buen rato callado –Me preguntaba si a vosotras y a ese otro tío, el hijo de Marcus Eaton, os importaría pasaros para que analice vuestros genes–
–¿Por qué?– pregunto entrecerrando los ojos.
–Por curiosidad– responde, encogiéndose de hombros –Hasta ahora no hemos podido analizar los genes de alguien de una generación tan tardía del experimento, y la manifestación de ciertas cosas resulta algo... extraña en Tobías y en vosotras–
Miro a Tris durante unos segundos, tiene las cejas arqueadas y no le está dando una mirada amistosa al chico. Yo me cruzo de brazos y me centro en lo que tenga que decir.
–Vosotras, por ejemplo, habéis demostrado una extraordinaria resistencia a los sueros; la mayoría de los Divergentes no es capaz de resistirse a los sueros– explica Matthew –Y Tobias puede resistirse a las simulaciones, pero no muestra algunas de las características que esperamos ver en los Divergentes. Después puedo explicároslo con más detalles–
No estoy segura de querer ver mis genes ni los de mis amigos, ni de querer compararlos, como si eso importara algo. Sin embargo, Matthew parece muy entusiasmado, casi como un niño, y la curiosidad es un concepto que me define.
–Podríamos replantearnos lo– propongo mirando a mi amiga que asiente.
–Le preguntaré a Cuatro si está dispuesto– dice ella –¿Cuándo?–
–¿Os parece bien esta misma mañana? Puedo ir a recogeros dentro de una hora– añade el chico bastante contento –De todos modos, no podéis entrar en los laboratorios sin mí–
Asiento con la cabeza, al igual que Tris. De repente me emociona la idea de saber más sobre mis genes, será como descubrirme desde dentro.
Nos despedimos de Matthew y entramos a la habitación, ya están todos levantados y al parecen nos han traído el desayuno. Mientras Tris se dirige a dónde está Cuatro, yo voy con Chris que parece recién salida de la ducha. Me siento a su lado en la cama sorprendiendola, lleva un muffins en la mano que está intacto, así que se lo robo ágilmente haciendo que me mire mal.
–Hay una bandeja entera allí– me reprocha haciendo un puchero.
–Pues no te quejes y ve a coger otro– respondo entre risas dándole un mordisco al que ahora es mío.
Christina niega varias veces riéndose y se acerca a por varios muffins más, es insoportable si se despierta con hambre, así que mejor que coma lo suficiente. Cuando vuelve conmigo se percata de la tablet y me mira interrogante. Tardo un segundo en terminarme el dulce y limpiarme las manos en mi pantalón, para poder agarrar la pantalla. Al encenderla se ve un documento llamado: “Las crónicas de Olivia y Caroline”. Chris se sorprende bastante y me pide explicaciones, es hora de ponerla al día de todo.
–¿Me estás diciendo que el viejo que nos dió la charla tipo documental ayer es tu abuelo?– cuestiona mi mejor amiga incredula.
–Sí, pero no sé si se merece ese título– bufo mientras observo en la pantalla el documento aún sin abrir.
–Dejó a tu abuela entrar en Chicago, luego a tu madre también y no veo que se preocupara mucho por ellas...– murmura Christina haciendo una mueca –Seamos realistas, podría haber hecho algo viendo cómo vivían ahí dentro, viendo la situación de tu familia–
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ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄ
Science FictionEn la ciudad de Chicago, cuando cumples los dieciséis, estás obligado a elegir el futuro que quieres llevar. Algunos se quedan donde están. Otros se marchan en busca de libertad. Y un pequeño porcentaje de jóvenes pone su vida patas arriba después...