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Tras el trágico suceso decidieron que lo mejor era darme un tiempo de duelo. He estado casi dos días encerrada en mi habitación, sin saber nada del exterior. Christina me ha acompañado día y noche, cosa que agradezco, después de todo podría hacerme daño a mí misma presa de la culpa. He echado en falta a Eric durante este lapso de tiempo, sobre todo porque fue él quien me arropó la otra noche, quién me abrazó evitando que yo, estando rota, me desmoronara. Pero entiendo que no se fien de él.

Las imágenes de mis padres cayendo al vacío se reproducen en mi mente una y otra vez, y mi subconsciente lejos de ayudarme me deja claro que yo soy la causante de todas mis desgracias. Entre eso, la muerte de Will sobre mi consciencia, y los recuerdos de mi pequeño hermanito, mi mente está sobrecargada.

Aún así, hoy he decidido que no puedo vivir lamentándome y estoy dispuesta a salir de estas cuatro paredes para luchar.

Cuando Cristina despierta, yo ya estoy preparada para salir, solo me queda limpiar la sangre de mi madre de la daga. Al ver que soy incapaz de mirarla, mi mejor amiga la agarra y utiliza una camiseta vieja algo mojada para quitar la sangre seca.

–Gracias– le susurro guardando me la daga en la bota.

–¿Cómo estás?– cuestiona ella acercándose a abrazarme.

–Estoy– me limito a decir –Ahora solo tengo que lidiar de nuevo conmigo misma–

–Sabes que puedes contar conmigo...– me dice apartando algunos rizos de mi cara.

Asiento levemente y sonrío, una sonrisa a penas sin ganas pero sincera. Mi decisión de reintegrarme aún teniendo tan reciente la muerte de mis padres la sorprende, pero entiende mi postura y me ha asegurado que no me dejara sola en ningún momento.

Salir de la habitación no ha sido difícil, la parte dura es pasearme por los edificios de Verdad y que miles de recuerdos de mis padres se agolpen en mi cabeza. Trago saliva y aparto esas imágenes tratando de ser fuerte, aunque a veces flaquee y no me sienta así.

Christina y yo nos unimos a nuestros amigos en la habitación improvisada para los osados que se hospedan en nuestra antigua facción. En cuanto doy un paso dentro, todas las miradas se dirigen hacia mí, hay mucha gente que no conozco, pero ellos parecen leerme con solo mirarme. Tris, que estaba reunida con Uriah y algunos más, se pone en pie rápidamente y se acerca hasta donde estoy.

–Eris...– susurra mientras me abraza fugazmente –Siento mucho lo de tus padres... Aunque no tuvieras una buena relación, es duro.–

–Gracias Tris– me limito a decir tratando de sonreír –Siento también tu perdida, debería haberme dado cuenta de que ver morir a tus padres debió ser un duro golpe. Ahora entiendo cómo te sientes y porqué eres tan dura contigo misma...–

La rubia contiene las lágrimas al escucharme y no tarda en abrazarse a mí de nuevo. Siempre dicen que las personas rotas son las que mejor se entienden entre ellas y las que más consuelo proporcionan, y es cierto. El abrazo de la rubia hace que me sienta algo mejor.

Tris nos guía hasta donde estaba antes, al parecer en estos dos días han pasado muchas cosas y tengo que ponerme al día de todo. Zeke, el hermano de Uriah, ha llegado esta mañana, no nos había traicionado del todo uniéndose a Jeanine, en realidad estaba haciendo de espía para nosotros. Pero algo salió mal, lo descubrieron y tuvo que huir. Por eso está aquí hoy.

–Kang va a reunirse con un representante de Jeanine Matthews mañana– cuenta Cuatro, quién ha estado al tanto de todo.

–¿No viene ella misma?– cuestiona Zeke curioso.

–No va a arriesgarse en vano– comento llamando la atención de todos –Sabe que parte de Osadía está aquí y que dispararemos sin preguntar en cuanto la veamos–

ʀᴇᴅᴇɴᴄɪᴏ́ɴ / ᴇʀɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora