Capítulo 5

12 1 2
                                    

Año 1991

Lugar desconocido.

Oscuridad.

Era lo único que sus pequeños ojos llegaban a ver. Una oscuridad infinita, que parecía que nunca se acababa, pero al fin y al cabo, una oscuridad a la que estaba acostumbrada.

Se incorporó en su cama e intentó ponerse de pie, pero sus pequeños músculos apenas podían sujetarse solos. 

Cuando creyó que no podría, cuando pensó que volvería a acostarse y sumergirse en un sueño profundo, escuchó unos pasos acercarse.

De pronto, un nerviosismo surgió dentro de ella, sonrió al pensar quién podría ser. 

Oyó como esos pasos cada vez estaban más cerca y de un momento a otro, en la habitación reinaba una gran claridad. 

Al principio cerró los ojos, pero al cabo de unos instantes, se adaptó a la luz y miró al frente, donde estaba la puerta, ahora abierta.

ㄧ¿Papá? ㄧdijo con un hilo de voz muy débil.

ㄧSi, cariño. Soy yo.

Un hombre alto se acercó y se sentó junto a ella, mientras pasaba su mano por su cabeza. El hombre pensó que debía volver a cortarle el pelo, pues ya estaba muy largo.

ㄧ¿Dónde estabas? ㄧle preguntó la pequeña.

ㄧTenía que trabajar, ya lo sabes.

Durante unos minutos, el silencio reinó entre ellos. El hombre sacó comida de una bolsa que llevaba y ayudó a su hija a comer. 

Estuvieron jugando, cantando y aprendiendo muchas cosas.

Pero después de un par de horas, el hombre tenía que irse de nuevo, y eso a la niña no le gustaba. 

Ella quería estar con él. 

No quería estar sola otra vez.

ㄧNo te vayas...

ㄧMi niña, tengo que irme...

ㄧ¿Y mamá?

Aquel padre, al oír a su hija pronunciar aquella palabra, se le partió el corazón.

ㄧMamá no puede venir.

ㄧ¿Por qué? ㄧvolvió a preguntar, ahora con lágrimas cayendo de sus mejillas.

ㄧMamá se ha ido a un sitio muy lejos... Y no puede venir.

ㄧPues vamos a por ella.

ㄧNo podemos, cariño. No se puede ir a dónde ella está.

La niña rompió a llorar y su padre sintió que algo le quemaba el pecho. Odiaba verla llorar, pero era lo mejor. 

No era capaz de decirle a su hija de tan solo tres años que su madre no iba a volver nunca. 

No era capaz de mirarla a esos ojos, y decirle que su madre había muerto hacía un par de años... 

Ni siquiera entendía como era capaz de recordarla.

ㄧCariño, no llores... Dentro de un par de días es tu cumpleaños, ¿Qué quieres de regalo?

ㄧQuiero salir. ㄧdijo entre lágrimas.

ㄧYa sabes que eso no puede ser.

Su padre, con todo el cariño del mundo, sacó de la bolsa una jeringuilla y buscó en el brazo de su hija una vena donde poder pinchar. 

La acostó en la cama, y le introdujo el sedante en su cuerpo.

ㄧ¿Por qué no puedo ir arriba contigo?

ㄧYa te lo he dicho. Ahí arriba hay gente mala, gente muy mala.

ㄧNo lo entiendo, papá.

ㄧLo sé, mi vida. Algún día lo entenderás, te lo prometo.

Aquella frase, fue la última que la pequeña oyó, pues estaba cayendo en un profundo sueño. 

Un susurro de un padre que la protegía, desde hacía un par de años, de un mundo cruel e insensible.

Un susurro.

Un portazo de una puerta que se cerraba.

Y de nuevo, una absoluta y completa oscuridad.

InstintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora