Capítulo 8

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Año 2020

Llevábamos dos días sin noticias de que hubiera habido algún otro asesinato y empezaba a inquietarme. 

¿Por qué tardaba tanto? 

Sé que siendo inspectora de homicidios vivo de los asesinos y que hay una especie de código moral no escrito donde deberíamos alegrarnos los días que no tenemos trabajo, porque eso significaba que nadie en la ciudad había muerto.

Pero para mí, los días sin trabajo, los días donde me sentaba enfrente de un ordenador a mirar expedientes, pasar información de un lado a otro... 

Para mí, esos días eran como estar en el mismísimo infierno.

Y lo peor es que quizás me merecía estar ahí por estar esperando ansiosa a que volvieran a matar a alguien.

Pero lo cierto era que no podía evitarlo.

Cerré los ojos desesperada y cuando parecía que aquella mañana iba a ser como las últimas dos... 

Samuel entró.

ㄧDime por favor que han encontrado a alguien más muerto. ㄧle supliqué.

Él solo me sonrió y asintió con la cabeza. 

Me levanté de la silla a toda prisa y cuando pasé por su lado, me dijo que le siguiera con el coche.

ㄧ¿Cómo era eso de ser respetuoso con las víctimas?

ㄧ¡Joder, Oscar! Casi me matas del susto. ㄧsu voz había salido de una de las esquinas del parking, vi como salía de entre las sombras. ㄧEs que si lo dices tú queda muy frío y de mala persona.

ㄧYa, ¿pero si lo dices tú queda muy guay, no?

Entré en el coche y sin pedirme permiso, él se sentó de copiloto.

ㄧLo cierto es que si.

No hablamos en todo el camino, pero el coche se llenó de una especie de energía que no sabría como definir. 

Al llegar, tuvimos que pasar entre varias personas que se habían quedado en el parque, observando a los agentes de policía a lo lejos. 

Al estar junto al cuerpo, Raquel nos dio su cartera.

ㄧSe llama Nicolás, treinta años. En la parte de atrás hay una foto suya con una mujer y un niño de unos diez u doce años, supongo que serán su mujer y su hijo.

ㄧ¿Han denunciado su desaparición? ㄧpreguntó inquieto Oscar.

ㄧNo. Unos agentes han ido a buscar a la familia, los llevan ahora a comisaría.

ㄧBien. Llevaos el cuerpo de aquí antes de que llegue la prensa y veamos mañana todo esto en la portada de cualquier revista.

ㄧ¿Crees que servirá de algo? Me refiero a que no creo que haya huellas... Es muy meticuloso con esto.

ㄧLo sé, yo también creo que el cadáver estará limpio. Pero puede que nos haya dejado otra nota, ¿no?

Me alejé de la pareja para pensar con claridad en todo el caso. 

En realidad no había tardado mucho en volver a actuar... Tres días, dos asesinatos.

Sin darme cuenta, ya había sacado el paquete de tabaco.

ㄧCreía que lo habías dejado.

ㄧYo también lo creía... Tranquilo Samuel, solo fumo cuando estoy estresada.

ㄧEntonces fumarás siempre.

A ambos se nos escapó una risa.

ㄧYa sabes que nuestro trabajo es difícil. Tenemos que distraernos con algo.

Samuel me dio una sonrisa triste, y mirando hacía alrededor nuestro, se acercó a mi.

ㄧPues desahógate con algo que no te perjudique, Nuria. ㄧme dijo mientras cogía mi cigarrillo de mi boca y lo apagó tirándolo al suelo.

A cualquiera otra persona no le habría permitido un gesto así, tan íntimo. 

Pero con él era diferente. Le debía mi vida a Samuel de tantas formas posibles, que de verdad creía que nunca podría saldar mi deuda con él.

Prácticamente me abrió las puertas de su vida, de su casa... 

Y me crió como si fuera su hija. 

Cuando descubrió que se me daba bien investigar, él mismo fue quien me entrenó para las pruebas físicas y mentales para entrar en el cuerpo de policía.

ㄧLo siento...

ㄧ¿Por qué? ㄧy lo dijo realmente extrañado, como si el hecho de haberme distanciado tanto no hubiera significado nada.

ㄧPor todo. Por alejarme todo lo posible. Por... desaparecer sin avisar. De verdad, lo siento mucho.

ㄧNúria... Sé que no soy tu padre y que tienes todo el derecho del mundo a volar, a ser libre de tomar tus propias decisiones y de elegir un sitio para echar raíces y hacerlo tuyo.

ㄧEso ya lo sé... Pero os echo de menos.

ㄧSabes que tienes la puerta de casa abierta. Siempre. A María le encantaría verte.

ㄧMaría... ㄧsu nombre volvió a mí con una tanta fuerza que casi me hace llorar allí en medio. ㄧ¿No está enfadada?

ㄧ¿Enfadada? No. Cuando le dije que estaba en un caso contigo... Casi se presenta en la comisaría con tappers de comida solo para verte.

Aquellos nos hizo reír. Había algo tranquilizador en la voz de Samuel, siempre había conseguido calmarme. 

Sus ojos azules se encontraron con los míos, y por un segundo, yo volvía a tener quince años y estábamos en la vieja casa de campo todos juntos.

Recuerdos de unos veranos increíbles me llenaron entera, de como aprendí a nadar, de la primera vez que me colé en su despacho y de la primera bronca que me cayó por ello... 

Como después de varios intentos empezó a hacerme caso y a escucharme. 

La primera vez que le ayudé con un caso.

Todos nuestros recuerdos juntos me invadieron y me hicieron querer retroceder en el tiempo. Solo durante un segundo. 

El tiempo suficiente para vernos de nuevo en aquella habitación atestada de papeles.

Cuando fijé mi vista de nuevo en él, le vi sonreír. Y supe, que en ese momento estaba recordando lo mismo que yo. 

Empezó a alejarse, cuando de repente, le llamé.

ㄧ¿Qué pasa?

ㄧTú siempre serás mi padre.

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