Capítulo 46

3 1 0
                                    

Año 2020

Una luz iluminó el cielo.

Un relámpago resonó en todo el piso, que ahora lucía vacío. Tan vacío como la comisaria, que cada vez lloraba más por la ausencia de Núria y de Samuel, que seguía desaparecido.

Había pasado cinco meses desde que Núria había sido secuestrada, y todo el mundo, incluido Raquel, parecía haberse dado por vencido.

Seguían buscando, pero sin ninguna esperanza de verla con vida.

El único que seguía con la misma esperanza que el primer día, era Oscar.

Y María.

Pero ella estaba sola, estaba desolada por la ausencia de sus dos amores: su marido y su mejor amigo, y su hija. 

Su pequeña.

Sabía que estaban vivos, no sabía explicar cómo, pero algo en su pecho seguía latiendo con una fuerza sobrehumana. 

Ella sabía que estaban vivos.

Oscar, en cambio, aunque no estaba tan seguro, mantenía la esperanza. 

Ahora estaba fuera de servicio porque hacía unas semanas oyó a un compañero decir que probablemente encontrarían el cuerpo de Núria en una cuneta. 

Solo de imaginárselo se le revolvió el estómago y tuvo ganas de vomitar; solo que en vez de eso, le dio un puñetazo a su compañero que le rompió la nariz.

Y le dieron unas "vacaciones temporales".

Son unas vacaciones temporales cuando las solicitas, no cuando te obligan a cogerlas.

Oscar empezó a quedarse en el piso de Núria, con el permiso de María.

Y pasó dos días enteros metido en la cama, echado, encogido y llorando.

Sentía que el corazón se le iba a salir por la boca, sentía como si un elefante se le sentara en el pecho y la sola idea de pensar en la muerte de sus compañeros...

De Núria...

Le daban ganas de llorar.

De gritar.

De cambiar su vida por la de ella sin ni siquiera pensárselo dos veces.

Y aquel pensamiento le asustó, le asustó pensar con tanta rapidez que daría su vida por la de ella.

Oscar decidió darse una ducha para poder despejarse y arreglarse un poco, aunque estuviera alejado del caso no había día que no hablara con Raquel para preguntarle cómo iba todo y si habían encontrado algo. 

Lo que fuera.

Era verdad que por fin había logrado descifrar la cámara que encontraron en el piso, pero no había mucho de lo que tirar: simplemente eran imágenes de Núria en su apartamento, saliendo de la ducha, cenando en el suelo del comedor con la espalda apoyada en el sofá, Núria haciendo yoga, comiendo con un hombre del que Oscar dedujo que era el ex novio del que apenas le habló.

Lo demás eran solo imágenes de un piso vacío.

Era casi extraño que Núria pasara tan poco tiempo allí; pero viendo los videos, Oscar fue conociendo un poco más a Núria: supo que cuando hablaba por teléfono era una de esas personas que andaban por la habitación y gesticulaban muchísimo, que iba siempre descalza y que cuando no estaba comiendo cualquier cosa, leía. 

Prácticamente devoraba los libros y era capaz de leer más de uno a la vez.

Supo que cuando no estaba haciendo una de estas dos cosas, era capaz de encerrarse horas y horas en aquella extraña habitación y Oscar se sorprendió maldiciendo por no poder ver qué era lo que hacía tanto tiempo allí: deseaba volver a verla sentada en el centro, rodeada de fotografías y pensando.

InstintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora