Capítulo 53

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Año 2020

Ocho meses

El tiempo, dependiendo para quién, puede resultar muy relativo. 

Para una persona ansiosa por que lleguen las vacaciones, el tiempo pasa muy lento, demasiado. 

En cambio, para una persona que tiene que despedirse de un ser querido, el tiempo parece jugar en su contra y acelerar.

Acelera tanto las cosas, que te hace creer que no has estado más que dos minutos junto a esa persona, cuando en realidad, llevas horas a su lado.

Para Núria, ahora encerrada en una habitación que le era cada vez más familiar, el tiempo parecía querer jugar con ella: cuando eran conversaciones las que tenía con Rubén, el tiempo iba deprisa. 

Este, le había enseñado fotografías de ella y su hermana, de cuando aún estaban unidas. 

Le había mostrado, con la mera intención de que recordara, a su madre Verónica.

La primera vez que vio una fotografía suya, lo primero que pensó fue que aquella mujer, no era su madre. 

Rápidamente se le cruzó la cara de María, en el hospital, sonriendo. Pero tras ver la fotografía, la cara de María se desdibujó, dejando solo un hueco para Verónica.

Allí estaba, su madre. 

La verdadera.

Una parte oscura de su vida, una que llevaba muchos años encerrada en un cajón por falta de recuerdos, empezó a llenarse: una voz lejana que le cantaba para dormirla, unos labios moviéndose, leyendo un cuento infantil. 

El olor a vainilla que siempre desprendía su madre. 

Eso conmovió a Núria, pero también la asustó. La asustó porque pensar en Verónica la hacía débil, porque en cierto modo, tenía la sensación de que Rubén estaba ganando la partida.

Pero como sabemos, el tiempo es relativo y muchas veces, nos engancha.

Cuando tenía esas conversaciones con Rubén, podía decir que incluso lo toleraba; pero eso cambiaba cuando de repente por la noche entraba en la habitación, la amordazaba y empezaba a acariciarle el cuerpo, llamándola Verónica.

Ahí, en esos momentos, a Núria el tiempo le parecía que pasaba a cámara lenta.

Para Rubén, en cambio, todo parecía que estaba bien. 

Llevaba meses volando en una nube, flotando. 

Tenía a sus dos hijas con él, a sus niñas, y esta vez nadie iba a separarlos. Además, a escasos metros, también tenía a Samuel, con quien hablaba todos los días.

En un principio, quiso secuestrarlo para atraer más a Núria hacia él, dejar que fuera ella quien lo encontrara. 

Pero estaba impaciente, la necesitaba a su lado ya. 

Después, cuando consiguió que Núria estuviera con él, pensó en matarlo, acabar con su sufrimiento... Pero la tentación era demasiado grande.

Había estado años sin ver a su hija, años sin saber nada de ella. 

Y tenía una necesidad enfermiza por rellenar esos espacios en blanco. Quería saber cómo había estado, con quien, si fue feliz, si lo había echado de menos.

Pero Samuel, seguía sin contarle nada.

Se negaba a dejar que Rubén, viera algo tan íntimo de Núria.

Era su hija e iba a protegerla de aquel monstruo.

Eso fue lo que pensó antes de la primera noche, antes de que casi lo matara a golpes.

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