Capítulo 4

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Año 1990

Hacía apenas un par de horas que había conseguido echarme a dormir, cuando de repente, sonó el teléfono. 

Cuando miré la hora y vi que eran las cuatro de la mañana, me entraron ganas de estampar el maldito móvil contra la pared.

ㄧ¡¿Qué?!

ㄧRubén, soy Oliver, de comisaría. Ha llegado hace un par de horas una mujer desesperada diciendo que a su prometido le ha pasado algo.

ㄧ¿Y por eso me llamas? ¡Joder, Oliver! Que son las cuatro, déjame dormir...

ㄧEs que... Parece algo grave, y no conseguimos que la chica se calme.

ㄧPues dadle un par de ansiolíticos y dejar que duerma la mona.

ㄧRubén, por favor. Te lo estoy pidiendo como compañero, ven aquí y habla con ella.

ㄧTe juro que a veces te odio.

Colgué el teléfono antes de dejarle contestar. Oliver y yo llevábamos muchos años siendo compañeros de trabajo, prácticamente éramos como hermanos. 

Pero desde hacía un año algo entre nosotros había cambiado. 

Bueno, en realidad, quien cambió fui yo. 

Había perdido el interés e iba sin ganas al trabajo. No tenía ganas ni de levantarme de la cama, y mucho menos de ponerme un uniforme que para mi, había perdido el significado.

Y todo por culpa de ella.

Cuando llegué a comisaría eran las cuatro y media y Oliver estaba esperándome con un café en la mano.

ㄧ¿Y bien? ¿Dónde está esa chica que no se calma?

ㄧLa hemos metido en la sala de interrogatorio.

Agarré el café y entré en la sala cerrando la puerta. 

Cuando me volví y vi a aquella chica, mi mal humor se esfumó e intenté con todas mis fuerzas concentrarme en parecer un tío al que le importaba su trabajo.

ㄧBuenas noches.

ㄧHola...

Aunque lo dijo en un susurro, me di cuenta de que su voz era dulce.

ㄧPerdone mis pintas, pero es que me acabo de levantar. ¿Quiere un café?

ㄧNo... Yo solo quiero que encuentren a Hugo.

ㄧ¿Hugo? ¿Así se llama su marido?

ㄧEs mi prometido... No estamos casados... Aún.

ㄧClaro, perdone. ¿Usted cómo se llama?

ㄧIsabela.

ㄧDe acuerdo, ¿por qué cree que a Hugo le ha podido pasar algo?

ㄧYa se lo he dicho a su compañero... Él me ha llamado hace un rato y parecía asustado. Es sonámbulo desde que era pequeño y siempre acaba apareciendo en el parque que les he dicho, he... He ido a buscarle como siempre, pero no lo he encontrado.

ㄧBueno... Siendo sonámbulo podría estar en cualquier lado, ¿no? Quizás este...

ㄧ¡Ya le he dicho que no! ¡Hugo siempre está allí! Pero esta vez es diferente... ¡Sé que le ha pasado algo!

Isabela empezó a llorar desconsoladamente y no supe muy bien que hacer o que decir.

ㄧOiga... Tiene que controlarse y hablar con nosotros. Tiene que relajarse, mujer.

ㄧ¡Que me relaje! ¡Mi prometido está por ahí solo! ¡Le ha pasado algo y usted quiere que me tranquilice! Me ha llamado y estaba asustado.

ㄧ¿Pero asustado por qué exactamente?

ㄧ¡Como quiere que lo sepa! Solo... Él estaba diferente. Me ha dicho que me quería, sonaba a despedida. Tienen que encontrarle, por favor...

ㄧIsabela, le prometo que encontraremos a su prometido. He mandado a mi compañero al parque donde dice que siempre aparece. Y dentro de un par de horas amanecerá, y será más fácil encontrarle con la luz del día.

Lo dije con suavidad, con miedo de que volviera a echarse a llorar, o a gritarme. Y aquello pareció calmarla.

ㄧGracias... Siento haberle gritado. Es que, Hugo es mi vida, no sé que haría si él... Si le pasara algo.

ㄧSeguro que está bien.

Salí de la sala con esa sensación extraña en el cuerpo. No sabía muy bien porque esa chica se ponía histérica por una llamada de teléfono, pero lo último que me dijo, se me quedó grabado en el alma.

Entendía su sentimiento. 

Su dolor. 

Entendía como era vivir por alguien, sabía lo que se sentía cuando todo tu mundo se reducía a una persona, y lo peor de todo, es que sabía perfectamente el sentimiento de dolor, cuando esa persona desaparece por arte de magia.

En ese instante, se me pasó por la cabeza su sonrisa. Recordé como era tocar su piel blanca, oler su pelo castaño y casi pude oír su risa. 

Durante mucho tiempo, ese sonido había sido mi favorito en todo el mundo, pero ahora, después de todo lo que había pasado, solo me producía una rabia que parecía que no se iba nunca. 

Era sentir el peso de una desesperación constante aplastándote el pecho.

Tuve ganas de largarme de allí, de volver a casa y esconderme del mundo, pero entonces, Oliver volvió a llamarme.

ㄧ¿Qué pasa ahora?

ㄧAcabamos de llegar al parque.

ㄧ¿Y? ¿Lo habéis encontrado?

ㄧSi... Y no.

ㄧOliver, no estoy para juegos. ¿Sí o no?

ㄧSi, le hemos encontrado. Pero está muerto.

ㄧ¿Cómo?

ㄧCreo que deberías venir y verlo con tus ojos... Esto es... Asqueroso.

Mientras bajaba al parking a por mi coche, Oliver me dijo la dirección, mientras iba contándome como lo había encontrado.

ㄧEstá atado de pies y manos y...

ㄧ¿Y?

ㄧLo han violado.

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