Año 2020
Cuando me desperté envuelta en sudor, era domingo por la mañana.
Seis y media.
No hace falta que diga con que había soñado aquella noche, porque siempre era lo mismo.
Me daba la sensación de que a veces no era un sueño, sino un recuerdo lejano que pude haber tenido.
Otras veces, creía que era mi imaginación, que sacaba esa escena para recordarme que todos los días de mi vida tenía que correr, que huir de mí misma si no quería ser devorada por mi propia oscuridad.
Salí a correr sola, con la frase retumbándome en los oídos: "No puedes dejar que la historia se repita".
No paraba de oírla en todos lados, de ver a esa niña asustada en todos los rincones, y a veces, juraría que veía como me devolvía esa misma mirada en el espejo.
Al volver al apartamento entré en mi pequeño escondite, en mi refugio y respirando como podía, miré lo que tenía delante: mi piso no era grande, pero para mi me bastaba con eso, y para ser francos, me gustaba la ausencia de paredes y puertas.
Era un piso con un toque industrial, con una cocina abierta al minúsculo salón y con una puerta corredera para dar algo de intimidad a la que era mi habitación.
La única puerta, aparte de la de la entrada, era la que escondía mi refugio del mundo.
Era una habitación pintada completamente de blanco, que hacía contraste con el resto del piso, pintado de negro y con muebles oscuros.
Pero ese lugar, era blanco.
Puro.
Como anteriormente tuvo mi padre, aquél era mi despacho personal. Solo que el suyo siempre estuvo manchado de colores y muebles.
El mío solo eran paredes fundidas a blanco.
La pared estaba repleta de fotografías del caso que llevaba semanas golpeándome la cabeza, con hilos rojos conectando los casos de Paco y Nicolás, con notas escritas a mano, apuntes forenses...
Todo estaba perfectamente ordenado en aquellas cuatro paredes.
No había mesa, ni silla, nada.
Solo yo, el blanco y los expedientes amontonados en las esquinas de casos sin resolver que había ido acumulando con los años.
Estaba enfrascada en una de las fotografías de Nicolás cuando caí en el detalle.
En la frase.
En el mensaje.
¿Podrías ser, que después de haber leído tantos casos...? Lo busqué. Y me llevó un buen rato encontrarlo porque el caso llevaba archivado más de treinta años. Pero di con el:
"Año 1990: El cuerpo de Hugo Sánchez ha sido encontrado por el Inspector Rubén Rodríguez, en el parque central de la ciudad. El cuerpo estaba completamente desnudo, semi-atado y con graves síntomas de agresión sexual. Ha sido llevado de inmediato a la científica: no hay huellas en el cuerpo, ni semen. Nada que nos dé una pista específica."
Sentí un hormigueo en la punta de los dedos, ¡era el mismo procedimiento!
La misma forma de dejar los cuerpos intactos, la misma táctica... Incluso el mismo sitio donde dejaba a sus víctimas.
Era él.
Era el mismo asesino, solo que treinta años antes, en 1990.
Pasé la página para saber más del caso, pero estaba pixelada y encima de ellas, había un "CONFIDENCIAL" escrito a máquina, en letras mayúsculas y en rojo.
ㄧ¡No me jodas! ¿En serio?
Intenté buscar en internet el caso, por si algún periódico o alguna revista hubiera sacado algo de aquella investigación, pero para mi sorpresa, no encontré nada.
Absolutamente nada, ¿Cómo era posible? Aún así, no me di por vencida.
ㄧ¿Sí? ㄧcontestó Samuel al cuarto tono.
ㄧHe encontrado algo importante, creo que nos podría ayudar a coger al asesino.
ㄧ¿En serio? ¡Genial! Cuéntamelo todo.
Al otro lado del teléfono, oí a María preguntándole quién llamaba.
Samuel se la quitó de encima e insistió en que le contara lo que había averiguado.
Pero en realidad no era gran cosa.
ㄧEs que necesito que me hagas un favor...
ㄧ¡Ay! Me conozco ese tono... ¿Qué quieres, hija?
Le conté lo que había encontrado entre los casos archivados y él me escuchó en silencio, como siempre.
Samuel tenía una calma envidiable, siempre parecía que te entendía y que tenía la frase perfecta para calmarte, fuera el momento que fuera.
Pero cuando le pedí el favor, saltó enseguida.
ㄧ¿Qué quieres que haga qué? Niña, tú no estás bien de la cabeza.
Me reí por primera vez en mucho tiempo, porque esa frase la había oído mil veces salir de su boca, cuando era una cría.
ㄧVamos, no te costará tanto encontrar a alguien que sepa hacerlo. Tienes contactos en todos lados... Venga, por favor.
Hubo un momento de silencio entre los dos, hasta que lo oí reírse entre dientes, como si no quisiera hacerlo y se le hubiera escapado.
ㄧEn realidad, no es difícil encontrar a alguien que sepa hackear la base central de la policía. Conozco a alguien y estaría en tu casa en menos de una hora.
ㄧ¿Entonces por qué te ríes?
ㄧPorque no creo que te guste la idea. Y mucho menos la persona.
Él siguió riéndose, ahora abiertamente y le dije que me daba igual la persona que fuera, con tal de que fuera de confianza y pudiera hacer el trabajo rápido y bien.
Media hora más tarde supe porque Samuel se estaba riendo de mí.
Media hora después de colgar, le abrí la puerta a Oscar, que traía con él un ordenador y una sonrisa de superioridad.
ㄧ¡Buenos días, Inspectora!
La madre que lo parió.
ESTÁS LEYENDO
Instinto
Mystery / ThrillerEn 1990 comienzan una serie de asesinatos que nadie parece poder resolver, hasta que de un día para otro, cesan. A su misma vez, una niña grita pidiendo auxilio en su propia jaula, sin tener escapatoria de sus propios demonios. En pleno 2020 los te...