Capítulo 12

5 1 0
                                    

Año 1990

Me desperté tirado en el sofá de casa, con una camisa blanca manchada y entreabierta. Me dolía la cabeza como nunca antes me había dolido, y tenía la garganta seca. 

Lo último que recordaba... 

Era estar en mi despacho a puerta cerrada con Oliver y haber hablado de las cartas que el asesino había mandado.

Después de eso, todo se volvía negro.

Confuso.

Subí como pude a darme una ducha para intentar bajar el dolor de cabeza, pero era imposible. No podía pensar sin que me diera una punzada tan grande, que tenía que sujetarme a cualquier cosa porque sentía que me caía. 

Al salir, metí la mano en uno de los cajones y me tomé cuatro pastillas sin pensar en las consecuencias.

Bajé pensando en llamar a Oliver para pedirle que me explicará que es lo que había pasado... Pero no era buena idea. 

En realidad, mis pérdidas de memoria no eran puntuales. 

Me pasaba desde hacía un par de meses y no era buena idea decirle a tu compañero de trabajo, y que además también era mi mejor amigo, que había días que me despertaba en casa con lagunas de hasta doce horas.

Fui a la cocina, para prepararme un café y cuando me apoyé en la isla con la taza en la mano, vi algo extraño en el suelo.

ㄧ¿Pero qué...? ㄧmaldije entre dientes mientras me agachaba.

Pasé los dedos de mis manos por el suelo de madera, había una especie de marca en el suelo, como si alguien hubiera arrastrado algo y hubiera dejado una marca.

Me levanté sin entender nada y cuando fui a ver que era lo que se había movido para dejar una señal así... El ruido del timbre resonó en mi cabeza.

ㄧ¡Hombre! ¡Buenos días! ㄧexclamó Oliver cuando abrí.

ㄧ¿Pero tú qué haces aquí?

ㄧ¿Cómo que qué hago aquí? Ayer me dijiste que viniera a despertarte.

Me di la vuelta para coger el café que había dejado en la cocina y Oliver cerró tras entrar. 

Cuando volví al salón estaba tirado en el sofá.

ㄧ¿No te acuerdas?

ㄧ¿Tengo cara de acordarme de algo?

ㄧUi... Alguien se ha levantado de mal humor. Es normal, con el ciego que te pegaste ayer.

Él se echó a reír y una leve imagen en un bar me vino a la cabeza.

ㄧ¿Ayer estuve en un bar?

ㄧEstuvimos. ㄧme corrigió. ㄧMe obligaste a ir contigo a un par de bares, alegando que después no sabrías volver a casa... Además, ¡ligaste y todo!

ㄧYa, y yo soy rubio.

ㄧ¡Que sí! Creo que hasta te acostaste con ella ayer... ㄧcontestó bastante afligido.

Al decirlo, la imagen de una chica pelirroja me vino fugazmente.

ㄧDios... ¿Y por qué no me paraste?

ㄧBueno, creo que ya eres bastante mayor para decir si emborracharte o no, además, me habrías mandado a la mierda.

En eso tenía razón. Cuando bebía era como si me convirtiera en otra persona, más violenta, más agresivo.

ㄧOye Rubén... Sé que no soy nadie para meterme en tu vida, bueno, somos amigos desde hace muchos años y trabajamos juntos, y en cierto modo te tengo cariño...

ㄧMe tienes algo más que cariño, Oliver.

Lo dije sin pensar, como si la persona que era cuando me emborrachaba estuviera llamando a la puerta, queriendo salir. 

Yo sabía que Oliver sentía algo por mí, desde casi el momento en el que nos conocimos. 

Pero siempre se lo había guardado dentro como un secreto que no debía salir, pero a pesar de sus esfuerzos por ocultármelo, yo lo supe en seguida. 

Siempre se preocupaba por mí, venía corriendo cuando lo necesitaba y hubo un tiempo, cuando yo era feliz con Verónica, en el que podía ver su dolor en sus ojos.

Y ahora, después de casi decirle que sabía perfectamente que estaba enamorado de mi, volví a ver ese dolor en sus ojos verdes.

ㄧNo tienes ningún derecho a hablar de cosas que no eres capaz de entender. ㄧOliver se levantó con los ojos cristalinos, y cuando quise pedirle perdón, me paró en seco. ㄧCreo que ya has hablado suficiente por hoy, ¿no crees?

Recogió su chaqueta y se dio la vuelta, pero cuando abrió la puerta para irse, se giró.

ㄧSé que no te lo mereces, porque a veces eres un auténtico capullo. Pero te guste o no somos amigos, y los amigos tienen que decirse las cosas a la cara, aunque duelan. Estás hecho un mierda desde hace un año, Rubén. No levantas cabeza y eso se nota. Lo notamos todos en el trabajo. Y tienes que tener cuidado, porque la gente habla. No puedes seguir hundiéndote en un pozo lleno de mierda, ¿y sabes por qué? Porque esta vez no estaré ahí para sacarte.

InstintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora