Capítulo 25

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Año 1995

Oliver de verdad creyó, que si no estaba cerca de Rubén, la verdad de en qué se había convertido, también se iría con él. 

Pero con el tiempo y la distancia, los recuerdos se volvieron borrosos y Oliver volvió. 

Casi tres años después, volvió con él.

Volvió a Valencia, a esa ciudad que le dio tanto y que a la vez le quitó lo que más quería.

Al estar enfrente de su casa, sintió como si el tiempo no hubiera pasado, sintió las mariposas, el hormigueo en la punta de los dedos... Pero algo le llamó la atención. 

La puerta de la entrada está abierta de par en par y un miedo de que alguien hubiera entrado a la fuerza le corrió por todo el cuerpo.

No se lo pensó y corrió hacia dentro.

ㄧ¿Rubén? ¡Soy Oliver!

No contestó nadie y sacó su arma. Cuando eres policía, se convierte casi en un acto reflejo.

Iba a subir a comprobar las habitaciones... Pero algo dentro de él le dijo que mirase en la cocina, y vio que la nevera estaba arrastrada hacia fuera. 

Y vio una puerta de metal. 

Anduvo despacio, intentando no hacer ruido y pensó que, quizás, Rubén se había mudado y ya no vivía allí.

Pero entró por esa puerta. Y bajó las escaleras. 

Y vio dos puertas pequeñas, adornadas con flores en el centro. 

Y oyó las voces de dos niñas pequeñas al otro lado, que hablaban entre sí como si fueran desconocidas, a pesar de estar más unidas de lo que creían.

ㄧ¿Hola? ㄧsusurró, pegando su oreja a una de las puertas. ㄧ¿Hay alguien ahí?

ㄧHola... ¿Quién eres?

ㄧYo... Me llamo Oliver. ¿Puedo entrar? ¿Estáis bien?

ㄧSi... Estamos bien.

ㄧ¿Me abres? Soy policía. ㄧvolvió a insistir.

ㄧ¿Policía...? ¿Cómo papá? ㄧcontestó la otra voz.

ㄧ¿Vuestro padre es... policía?

ㄧEso dice él.

Oliver apartó la oreja de la puerta y se llevó las manos a la cabeza. 

Le iba a explotar. 

¿Cómo era posible? Si Rubén no se había mudado... 

Aquellas niñas eran sus hijas, pero, ¿cómo? Él dijo que Verónica se las había llevado. 

Que había ganado la custodia completa, que se las había arrebatado para siempre.

¿Y qué coño hacían en un sótano?

ㄧ¿Podéis abrirme, por favor?

ㄧNo podemos...

Entonces Oliver, vio el candado.

ㄧVale... ㄧempezó a ponerse nervioso, ¡las tenía encerradas! ㄧ¿Puedes apartarte de la puerta, cariño? Voy a abrirla.

ㄧ¿Puedes hacer eso? ¿Nos puedes sacar de aquí?

ㄧOs voy a sacar de aquí. Apártate.

ㄧVale.

Oliver apuntó su arma contra el candado y preguntó a la niña si ya estaba lejos, y cuando la pequeña gritó que sí, disparó. No pensó en el ruido que haría, no pensó en nada. 

Solo en las niñas.

Abrió la puerta y observó la habitación, era pequeña, muy pequeña. 

Estaba pintada de blanco y solo había una cama y una pequeña mesa, donde descansaba un televisor. 

Y entonces, la vio.

Estaba escondida detrás de la cama, asustada. Era una niña, no tendría más de siete u ocho años, tenía el pelo castaño y unos ojos color miel... Que le recordaron a Verónica.

ㄧHola.

ㄧNo deberías estar aquí... Se enfadara.

ㄧ¿Quién?

Pero la pequeña, no le contestó.

ㄧNo hay nadie en casa, tranquila. No voy a hacerte daño.

ㄧEso es lo que siempre dice él.

Aquello le removió las entrañas. 

Le hizo sentirse culpable por irse y darle la espalda a la verdad, a esas niñas, aunque hiciera menos de un minuto que supiera de ellas.

Él quería arreglarlo.

ㄧ¿La otra niña está en la habitación de al lado, no?

ㄧSí.

ㄧTú debes de ser... ㄧOliver cerró los ojos un segundo, intentando recordar sus nombres... ㄧ Natalia, ¿verdad?

ㄧNo... Soy Verónica. Él me llama así.

ㄧ¿Verónica? No.

Lo volvió a intentar, pero no recordó el nombre de la otra hija de Rubén. 

Quiso acercarse a la pequeña para asegurarse de que no tenía heridas, pero la cara de terror que puso ella le hizo quedarse quieto. 

Petrificado.

No tuvo tiempo de girarse para mirar en la dirección que miraba la niña, pero lo supo.

Lo supo incluso antes de oír el disparo que le atravesó por completo.

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