Capítulo 17

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Año 2020

Siempre me he sentido diferente al resto, que no encajaba en las normas, que todo era distinto para mi. 

Y sobre todo, siempre fui difícil.

Tuve una adolescencia complicada, aunque creo que lo complicado lo tuvieron mis padres, y honestamente, no sé como María y Samuel pudieron aguantarme. 

Siempre estaba escapándome, metiéndome en problemas, estando en sitios indebidos y con gente de no muy buena moral. 

Por eso fue extraño, que teniendo el pasado que tenía, acabase haciéndome policía.

Sí, me saltaba las normas pero porque la mayoría no las entendía. Pero siempre tuve un gran respeto por la vida, por eso no entendía como alguien era capaz de arrebatárselas a otros con tanta facilidad. 

O al menos eso es lo que decía a los demás, al menos eso fue lo que me enseñó Samuel a contestar.

Lo cierto era que a lo que tenía un gran respeto no era a la vida en sí, sino a la muerte.

Con diez años me adoptaron, Samuel me acogió en su casa y solo un par de meses después, yo ya sabía colarme en su despacho privado. 

Me pasaba horas y horas mirando sus cosas, las fotografías de las víctimas de sus casos, la sangre, los cortes en los cuerpos... 

Y aquello fue lo que me hizo darme cuenta desde una edad muy temprana, que yo quería ser como él.

Quería poder ver todo aquello en primera fila. 

Quería poder observar sin necesidad de fotografías.

Estuve un par de años colándome sin que se diera cuenta hasta que un día, me pilló. Se enfadó tanto que pensé que me devolverían y que ya no me querían allí. 

Pero después de un largo sermón, se calmó y me hizo una pregunta que nos cambió. 

A los dos.

ㄧ¿Por qué lo haces? ㄧsu voz sonó tan desesperada que solo me salió decir la verdad.

ㄧMe gusta ver las fotografías... Y sus fallos.

ㄧ¿Qué fallos?

ㄧLas pistas, son muy descuidados, ¿no crees?

Yo salí de aquella habitación sonriendo, como si aquello fuera lo más normal del mundo.

 Samuel estuvo dos días sin hablar conmigo, pero al final del segundo día, me pidió que entrará con él en la habitación y le explicará que era lo que significaba aquello de los fallos.

Me dejó entrar en su despacho, en su mundo. Y cuando le dije que era muy obvio quien había matado a la chica de la foto se quedó mirándome un buen rato. 

Yo le dije que las pistas estaban ahí, a la vista de todo el mundo, pero él me explicó que no era así. 

Que en realidad, aquel caso llevaba cerrado casi dos años porque nadie daba con ninguna pista y tres semanas más tarde, encerraron al asesino.

A partir de ahí Samuel empezó a dejarme ayudarle aunque a María no le hacía gracia. 

¿Cómo podía dejar su marido que una niña tan pequeña estuviera expuesta a tanta violencia? Pero él sabía que no podía hacer nada por alejarme de ese estilo de vida, lo único que podía hacer era prepararme. 

Y así lo hizo. 

Cuando cumplí dieciséis era experta en defensa personal y con dieciocho entré en la academia, no obstante, no podían enseñarme nada que yo ya no supiera.

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